martes, 14 de octubre de 2008

Ser un Boludo

La palabra hoy parece casi un commodity que usan las nuevas generaciones en reemplazo del tu o el vos, o... de casi cualquier cosa. Pero ese libro viejo estaba ahí durmiendo desde hacía mas de 35 años. Hasta que despertó. Todos los libros despiertan cuando nace un momento mágico que los sacude y los baña de un pasado que transforma en presente. Y es así que mientras me hundia en los laberintos del libro miraba hacia afuera cómo nacía la crisis de Wall Street. Hoy la amenaza sigue creciendo y tal vez la mejor receta se encuentra ahí; en lo que decía "El Mago". Lo invito a descubrir por qué lo mejor que pueda sucederle hoy es ser un boludo.



Hace algo más de diez años me lo crucé. “Soy, Pablo, el hijo de Amarilis”, le digo. Yo estaba ahí por una nota que no recuerdo bien para la revista Noticias. Era un congreso internacional muy importante sobre la lengua castellana. Enseguida se pone a preguntarme cosas generales de la familia, hasta que de pronto va al tema, a su tema. Como si fuese algo que tenía guardado en lo más profundo de su mente y que lanza como una espada que intima a la respuesta. ¿Dónde están los escritos de tu abuela?

Fue esa la primera vez que me sentí –en un sentido literal, porque ya veremos que hay varios usos- un boludo. “Mi abuela, ¿escribía?”, respondo tímidamente. Su cara de ofuscación lo decía todo. “Si, ella tenía unas historias buenísimas”, comenta dando una explicación sin demasiadas ganas. Yo, claro, me entusiasmo, recordaba que mi abuela Ofelia Renzo tenía esa forma de ver situaciones cotidianas como si fuesen extraordinarias. Pero jamás había sospechado que ella escribiera. Ya no estaba más guardado ese secreto en lo profundo de la mente de Isidoro Blastein. Ahora la estaba en mí. Por eso el famoso escritor argentino se podía ir con tranquilidad. Y así lo hizo, me presentó amablemente a su esposa y me dijo adiós. No lo volví a ver y me di cuenta que su adiós fue también completamente literal: a Dios.

Pero los escritores nunca mueren. Es algo que aprendí al lado de Alejandro López Medus el dueño de la última librería de Buenos Aires, El Glyptodon. Yo daba clases de Análisis Matemático, Algebra y otras materias muy cerca de su librería y siempre me escapaba para ir a tomar un café con Alejandro. Sabía que en esa hora algo extraordinario iba a ocurrir: por ejemplo entraba un noruego y nos hablaba sobre una librería que nadie atiende en los fiordos de su país, la gente simplemente entra toma un libro y lo paga! Todo el tiempo entraba gente con historias increíbles. Y en los pocos momentos que nada pasaba podíamos hablar con los muertos lo cual no deja de ser un hecho extraordinario. Podíamos ver viejos dibujos en libros del siglo XVII o intentar descifrar el misterio de libros escritos en lenguas desconocidas. “Los escritores siguen hablando desde sus libros después de muertos”, decía Alejandro.

Y si los escritores nunca mueren, tal vez el acertijo ¿estaba en un libro? No se por qué pero después de muchos años se me ocurrió eso. Es así como fui ahí a “El Mago” no hay mejor título para buscar respuestas que rellenen el vacío de lo desconocido. Ese libro fue la primera gran consagración de Ike, como lo llamaban sus amigos. Y fui de aquí para allá, hasta que de pronto descubrí la dedicatoria: “Para la auténtica Maga de este libro”, ups! Era a mi madre! Seguía para adelante y para atrás hasta que de pronto los ojos se me llenaron de lágrimas cuando leí esto:

Balada del Boludo
Isidoro Blastein


Por mirar el otoño
Perdía el tren del verano
Usaba el corazón en la corbata
Se subia a una nube,
Cuando todos bajaban.

Su madre le decía: No mires las estrellas para abajo
No mires la lluvia desde arriba
No camines las calles con la cara,
No ensucies la camisa;
No lleves tu corazón bajo la lluvia,que se moja
No des la espalda al llanto
No vayas vestido de ventana
No compres ningún tílburi en desuso.

Mirá tu primo el recto
Que duerme por las noches.
Mirá tu primo el justo
Que almuerza y se sonrie.
Mirá tu primo el probo
Puso un banco en el cielo,
Tu cuñado el astuto
Que ahora alquila la lluvia
Tu otro primo el sagaz
Que es gerente en la luna.

-Tienes razón ,mamá- dijo el boludo.
Y se bebió una rosa.
-No seré más boludo
Y se bajó del viento
-Seré astuto y zahorí.
Y dio vuelta una estrella para abajo.
Y se metió en el subte
Y quedaron las gaviotas.

Entonces vinieron los parientes ricos
Y le dijeron:
-Eres pobre,pero ningún boludo.
Y el boludo fue ningún boludo,
Y quemaba en las plazas
Las hojas que molestan en otoño
Y llegó fin de mes Cobró su primer sueldo
Y se compró cinco minutos de boludo

Entonces vinieron las fuerzas vivas
Y le dijeron:
-¡¡¡Has vuelto a ser boludo!!!
-Boludo -seguirás siendo el mismo boludo de siempre
-Debes dejar de ser boludo -Boludo

Y, medio boludo, con esos cinco minutos de boludo dudaba entre ser ningún boludo o seguir siendo boludo para siempre.
Dudaba como un boludo.
Y subió las escaleras para abajo
Hizo un hoyo en la tierra
Miraba las estrellas.
La gente le pisaba la cabeza
Le gritaba ,boludo.
Y él seguía mirando
A través de los zapatos
Como un boludo.

Entonces Vino un alegre y le dijo:boludo alegre.
Vino un pobre y le dijo: Pobre boludo.
Vino un triste y le dijo: Triste boludo.
Vino un pastor protestante y le dijo: Reverendo boludo.
Vino un cura catolico y le dijo: Sacrosanto boludo.
Vino un rabino judío y le dijo: Judío boludo.
Vino su madre y le dijo: Hijo,no seas boludo.
Vino una mujer de ojos azules y le dijo:
Te quiero.



Es sin dudas la metáfora perfecta del idealista. Eso mismo es lo que han pensado los contemporáneos de muchos de las personalidades más importantes de la historia. Hay quien hace encuestas y está el que tiene ideas realmente geniales que no se pueden obtener desde ninguna encuesta. “Pobre boludo, no sigue los lineamientos corporativos”, pensarán de él.

Ahora estamos organizando en Argentina una exposición de tecnología con un concepto nuevo. Tecnopyme Activa buscará ser un lugar donde las empresas puedan tener un contacto directo con la tecnología y con la forma de adquirirla. “Pobres boludos -pensarán de nosotros- las exposiciones se basan en vender metros cuadrados”. Pero nuestro director, soñador, ¿visionario? es así, lo saben quienes lo conocen. Carlos Manzanedo siempre quiere hacer algo nuevo, eso no quiere decir que siempre salga bien. No hay mejor manera de aprender que equivocándose ni tampoco mejor manera de lograr algo que haciéndolo. Porque cuando el Boludo se junta que el Hacedor lo disruptivo puede nacer.

Y se vino la crisis de Wall Street nomás. Hoy para mí la economía ya no son ecuaciones diferenciales ni la matriz de insumo-producto. Para mí la economía se basa en el deseo o la necesidad de la gente por algo. Y ese deseo o esa necesidad pueden cambiar cuando alguien logra motivar (o desmotivar) a la sociedad. Es ahí cuando se necesita un boludo que viene más allá de lo que todas las ecuaciones pueden preveer. Muchas de las grandes compañías de la historia surgieron así y dieron empleo a decenas de miles de personas.

“Quién me dará un crédito mi Señor, sólo se sonreír”, cantaba Charly García. Y Muhammad Yunes lo escuchó. Tanto es así que le dio pequeños créditos a todas esas boludas de Bangladesh que se encuentran entre las más pobres del mundo. Y las boludas con ese dinero crearon pequeñísimas empresas y Yunes recibió el premio Nobel. Mientras tanto Wall Street daba créditos para inflar el negocio de los bancos. La gente pagaba pequeñas cuotas que luego se transformaban en enormes cuotas. Y claro, al final la gente no pagó. Muchos incluso devolvieron las casas y volvieron a alquilar. ¿Y ahora qué hacemos?

Vuelva a usted mismo. Encuéntrese con el próximo paso, rodéese de hacedores si es que usted no lo es. Mientras tanto yo seguiré descifrando el acertijo de Ike aunque ahora sé que es el pasado, y es el futuro los que vuelven a ser parte de mi vida mientras yo, yo, intento ser el mismo boludo de siempre. Mi abuela Ofelia no hubiera querido otra cosa.