lunes, 18 de julio de 2011
Maria Kodama, el encuentro del instante
Yo iba a lo de siempre: comida (y sangre de dios, por supuesto) hasta que advertí que el VIP de American Airlines tenía una presencia inquietante y solitaria. Era María Kodama la herencia viviente de Jorge Luis Borges. La miré una vez. Y otra.
Descubría en ella todo lo que pude verbalizarme después. No tardé mucho, sin embargo, en acercarme. Siempre me cautivó María Kodama pero esta vez su presencia era más fuerte que todos sus fantasmas: se la veía simplemente en el momento perfecto. Ese en el que los años y uno tocan la misma alegría, la misma tristeza. Pero básicamente la misma confortabilidad.
Me acerqué y se lo dije: “Yo tuve un maestro y él fue amigo de Borges en los años 20. Me enseñó muchas cosas, pero además,una vez lo grabé y ahí él dijo un texto que yo creo que es inédito de Borges”.
Le comenté cómo yo compartía tardes con José de España y cómo eso era estar junto a Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo, Roberto Arlt, Macedonio Fernandez y un sinfín de otros artistas y escritores. “Esas amistades hay que saber cultivarlas”, me respondió. Es notable que para María Kodama haya que saber cultivar amistades con personas que ya murieron. Tardé unos días en darme cuenta lo que me dijo. Y aún sigo pensando en ello.
Básicamente a medida que pasan los años uno comienza a hablar con más personas muertas… ha de llegar un punto en que uno debe hablar con más personas muertas que vivas. Y, si uno llega a vivir lo suficiente, sólo ocasionalmente descubrirá que está hablando con personas “vivas”. Las estelas, en ese momento, habrán cambiado de bando. Y ese punto crucial del tiempo, donde las personas y fantasmas, se intercambian y cruzan la superficie espejada de tus ojos no tiene un nombre. Nadie aún lo ha bautizado.
María Kodama me pidió que le envíe el texto que le comentaba, pero estuvo más agradable aún al pedirme mis datos y que le diga la forma de comunicarse conmigo. Me alejé muy contento pese al breve momento que había vivido junto a ella; como diría el mismo Borges: un momento contiene todos los instantes.
Y así le envié parte de un texto sobre José de España que escribí en 2004 y que fue premiado por la Academia Nacional de Periodismo, la organización que concentra la elite del periodismo en Argentina:
José de España recordaba que Borges estaba demasiado encerrado en su biblioteca. “Muchas veces lo íbamos a buscar a la casa porque lo queríamos mucho. Pero era increíble: ya era grande y le tenía que pedir permiso a la madre para salir. Borges conocía el mundo. Pero lo conocía a través de los libros. Eso hacía que no fuese espontáneo. Cuando salió Luna de enfrente en 1925, por ejemplo, nos juntamos un grupo de amigos escritores para homenajearlo. Pero él en lugar de saludarnos o hablarnos, en un momento de la cena, sacaba un papelito del bolsillo".
Entonces sucedió algo que, veinte años después, me di cuenta que fue mágico. La gran memoria que poseía José de España lo ayudaría a relatar lo que Borges había escrito en su papelito. No era para sorprenderse porque él todo el tiempo recitaba cosas de memoria. Muchas veces citaba de memoria fragmentos de un libro, e incluso el número de página donde estaba la cita. Sin embargo, en 2004, sí es sorprendente que estos pocos renglones que José de España recitara hace veinte años constituyan un fragmento –hasta donde pude investigar– inédito de Jorge Luis Borges. Así que en agradecimiento al grupo de amigos que lo estaban homenajeando por su libro, Borges dijo, mejor dicho, leyó:
"Todos los vigilantes empiezan por el casco,
Todos los arzobispos terminan en la mitra,
No hay cabeza en diciembre que no cuelgue de un rancho,
A mi JL Borges me han puesto una aureolita.
Y tiré a ser Jorge Luis Borges, guitarrero de ocaso,
Os lo agradezco en nombre de los ponientes mansos, color batata criolla que verseaba en Urquiza,
Os lo agradezco en nombre de la luz de mi Patria, y de mis amaneceres color paredes chinas”.
Kodama, que se llama María, también tiene una aureolita. Además descubro que, básicamente, todos tenemos un sombrero. No estaba errado René Magritte al ensañarse con ellos. Es notable como uno tarda tantos años en darse cuenta de lo más obvio. El guitarrero de ocaso es, entonces, quien le canta al punto donde amanecen los fantasmas. Y toda esa filosofía profunda y metafísica de Borges son las notas que salen de aquella guitarra de los años 20.
Hace unos tres años tuve la oportunidad de acceder a la muerte de Microsoft. Fue el dia que Bill Gates realizara su última presentación en el Tech Ed y animara a los técnicos, su púbico preferido, a escribir mas drivers para Windows Vista. Cualquiera se daba cuenta que Vista, era eso, una despedida. Cualquiera puede darse cuenta también que Vista significa una entrada, una manera de ver las cosas. El cambio de Vista es lo que sucede cuando llega ese momento trascendental donde comienzas a tener más amigos fantasmas. El cambio de Vista, cuando el alma tiene más mirada que los propios ojos, es entonces el nombre de aquello que no ha sido nombrado.
Jorge Luis Borges no veía. Estaba ciego, y su ceguera había sido un viaje progresivo, pero, sin dudas, muy deseado. Todo lo que su madre no le permitió vivir, su encierro en la biblioteca, todo lo solucionó la ceguera: ahora debía ver con los ojos de los otros. Ya no estaría solo.
Sin los anteojos de Bill Gates Microsoft tiene que mirar ahora con los ojos de sus partners. Y este último partner conference se ocupó especialmente de darles voz y de hacerlos protagonistas.
Cuando Borges tuvo su cambio de Vista. Cuando los fantasmas eran los más numerosos, Borges simplemente no se dio cuenta. Y esa es la virtud y la gran sabiduría de un ciego: para ellos los fantasmas somos todos.
"No hay cabeza en diciembre que no cuelque de un rancho..."
Descubre, entonces, tu aureolita. Descubre, entonces, tu sombrero.
miércoles, 6 de julio de 2011
Decir y Hacer
Ella era la Belleza y la Inteligencia. Ella era la Sabiduría y la Templanza. Ella era el Descubrimiento y la Enseñanza. Ella era la Voz y la Escritura. Ella era la Libertad y la Matemática. Ella era el Decir y el Hacer.
Ahora Ella era llevada al Altar.
Y mientras recorría la casa de Dios Ella era Carne.
Trozos y más trozos de carne que la turba de fanáticos cristianos se esforzaba en despedazar. Como aquél león que destrozó y devoró a Pedro el primero y más fiel de los apóstoles. Eran tiempos en los cuales los cristianos comenzaban a ser reyes y, a ser, por lo tanto, presos del Poder. No podían entonces permitir que Ella siguiera hablando porque en su Decir se generaba su Hacer.
Dicen que es algo reservado a los dioses. Basta para Zeus decir algo para que se haga. Y los cristianos debían entonces destruir al que habla y hace porque cuanto más parecido es el hablar al hacer más se está cerca de Dios. Más se está cerca del Poder. Y así alrededor del año 400 de nuestra era masacraron a Hipatia: la más genial de las científicas de su época y el estandarte del pensamiento libre. Una mujer con descubrimientos cruciales en astronomía, matemática, física y filosofía. La heredera de Atenas que traía consigo 2000 años de conocimiento. Y lo que no sabía o descubría Hipatia se encontraba en la fabulosa biblioteca de Alejandría. No fue casual que la destruyeran poco después.
Y así comenzó la Edad Negra.
Si Hipatia hubiese sobrevivido, si su decir hubiese generado su hacer podríamos haber tenido a Google hace 12 siglos. También hace 12 siglos hubiésemos llegado a la luna. Hace 12 siglos que tendríamos medicinas como las conocemos hoy. Y hoy, claro, ya estaríamos en otro lado. Al menos si, como se vislumbra, la tecnología y el conocimiento científico, por la contradicción con la que enfrentan al hombre mismo, es capaz de producir como consecuencia también un impacto en el hombre como ser social.
Durante la edad negra sabemos que eso no ocurrió. Además de producir un retraso en el conocimiento científico la edad negra no produjo ninguna mejora en el hombre. Las tragedias griegas llevadas al teatro por Sófocles fueron vigentes antes y después de los siglos malditos.
La cuestión es que el tránsito del decir al hacer se quebró. El que dice es el jefe y el que hace es el esclavo: así se estableció en la Edad Negra. Y, por lo tanto, se estudiaba lógica sólo hasta llegar al punto de comprender y obedecer lo que dice el Rey. Es el Monarca entonces quien tiene el Anáx, aquél que posee palabra en tanto palabra realizativa.
Hubo un hombre que fue el último poseedor del Anáx. Lo descubrí hace poco cuando recordé cómo tocaba sus manos octogenarias. El no había estado con ese hombre pero había estado con sus escritos poco antes que ya no se permitiera acariciarlos más. Fue en Italia en la década del 30 probablemente. Me contó cómo utilizaba un espejo para descifrar lo que decía porque ese hombre escribía al revés. Se llamaba Leonardo Da Vinci y fue el último hombre capaz de hacerlo todo sin necesitar de nadie.
Su Decir era un Hacer independientemente de todo lo que lo rodeara. Ese era el secreto que me reveló mi maestro José de España en 1984 y que, sin embargo, tardé casi 25 años en comprender. Como las frases de un Tango, la comprensión requiere rayos en la piel. Y entonces, las sagradas escrituras estaban equivocadas. ¿Leonardo fue Jesús? Pensémoslo por un momento. ¿Qué consecuencias trajo Jesús? La construcción de una religión y sus catedrales y el obedecer reglas: Poder centralizado. ¿Qué consecuencias trajo Leonardo? Una revolución permanente en Arte y Ciencia: Poder Descentralizado. Pero sobre todo la posibilidad de enfrentarnos a nosotros mismos como se ve en el Poder Nuclear y la Genética: y es ahí donde se posibilita la instancia superadora del hombre. Leonardo nos enfrenta con nosotros mismos y todas nuestras miserias de una forma que no lo logró, ni siquiera por aproximación, Jesús.
¿Y si el mesías era una mujer? Podría haber sido también Hipatia que fue descuartizada en el altar. ¿Y porqué una sola persona? ¿No sería que el Mesías era un poquito de Jesús y otro de Hipatia o de Leonardo? ¿Y por qué no de vos y de mi? ¿No sería mas sensato pensar que el Mesías es un Hacer y que cada uno de nosotros va formando y conformando ese Hacer? ¿Qué ese debiera ser nuestro Norte y no sólo repetirlo, obedecerlo y orarlo?. Porque el Mesías viene a salvarnos. Y de la única cosa que se me ocurre sensatamente que alguien puede venir a salvarnos es de nuestra ignorancia: desde qué pasa luego de la muerte a poder contener esos ojos vidriosos. El Mesías, tal vez, siempre fuimos nosotros.
En el principio era el verbo y el verbo era con Dios y el verbo era Dios. El verbo, por supuesto, marca la acción, el Hacer. Y el último hacedor fue Leonardo: ya no es posible, por otro lado, que aparezca ningún hacedor universal más. La complejidad no lo permite. Y si aparece un hacedor universal este no será un hombre, será una máquina, probablemente construida a partir de otras máquinas, donde en algún punto de esa cadena de descubrimientos estaremos nos. Ellas vendran a subsanar nuestra ignorancia.
En el principio era el verbo y nosotros cuando hablamos somos Dios. O sea creemos ser Dios. Hablamos y es nuestro momento de gloria: los demás nos escuchan somos los protagonistas del concierto universal. La diferencia es que nuestro decir, al contrario del de los dioses o del de Leonardo, no se transforma en un Hacer. Para el Hacer necesitamos al Otro.
Por eso, teniendo en cuenta al otro, decía Austin que todo decir es un hacer. Cuando hablamos, nuestras frases comunican más de lo que las palabras significan, es lo que él llama el acto perlocucionario, el efecto que produce lo que decimos en quien nos escucha. Por ejemplo: -"Estuvieron buenas las pastas, me tomaría un café”. (Ella se levanta y prepara el café). Al rato, ella le dice a él: -“Parece que se vino el frío” (Él se levanta y cierra la ventana). Eso es bien distinto a un ordenar: -Hazme un café o –cierra la venta.
El decir tiene, entonces, modalidad. Y el tono de la comprensibilidad de esas modalidades lo marca la empatía. Es por eso que no es fácil Decir, ya que no somos Zeus, y la mayoría de las veces fracasamos. Y más que un Hacer provocamos Ira. En las organizaciones este es un tema clave. En el mundo 2.0 la dialéctica del amo y el esclavo no corre más. Se trata de tener colaboradores no trabajadores, y se trata de tener una misión común que sea una especie de aventura la cual todos desean vivir: ahí está la capacidad de liderazgo. Todo esto requiere un gran sentido humano. Porque el rey ha muerto y no se viva más al rey. Y entonces, como Octavio Paz, nos enfrentamos a la Terceridad donde reinan los colores que no son Si ni son No.
Ahí llegamos a otras tierras, como las de la Poesía y la Música, que nos presentan el iceberg de la comprensibilidad y la intencionalidad. Pero eso, querido saltamontes, será el tema de otro post.
Decir, hacer A Roman Jakobson - Por Octavio Paz
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.
(Post dedicado a Andrea Paula Goldfarb, quien, desde Italia, me recordó a Hipatia o Ipazia como le dicen en la península)
viernes, 10 de junio de 2011
Escuchar 2.0
No es fácil escuchar. Cuando uno está en una clase o cuando se escucha a un amigo, a la novia, a un colega, a un familiar, a una suegra, en fin… uno siempre escucha una parte. Lejos estamos de ser Funes, el memorioso que tan bien retratara Jorge Luis Borges. Yo leí ese cuento. Lo leí y me lo hablaba, pero no me escuchaba completamente. Tanto es así que, al contrario de Funes, son muchas las cosas del cuento que no escuché ni recuerdo. No recuerdo donde lo leí por primera vez ni si fue por recomendación de alguien o por referencia desde otro libro que llegue a Funes.
Es notable que al decodificar la palabra escuchar nos encontramos con una espiral de conceptos que van mas allá del oído. Juan Ordeix, el mentalista que dualizaba su vocación con el management empresarial contó una anécdota durante el Kick Off de Avnet. “Lo ví a Hugo, me lo presentaron y enseguida me dijo que le revelara algo acerca de él. Yo no lo conocía, nunca lo había visto antes. Y le dije: Usted dedicó gran parte de su vida a trabajar en una importante consultora no? Si respondió. Y ahora se esta jubilando, es verdad? Si, comenzó a asombrarse. Y en esa consultora usted llegó al cargo mas alto, logró ser socio, no? Pues sí, pero cómo sabe todo eso? – comentó sin terminar de sorprenderse. Y esa consultora es de primer nivel internacional, no? –pues sí respondió. Ya se, no me diga nada, se trata de Price Waterhouse Cooper! –Pero hombre cómo sabe tanto de mi!
Juan Ordeix nos reveló que él pudo decir todo eso sólo viendo el reloj pulsera que tenía Hugo. En el mismo estaban las inscripciones PWC, y Juan sabía que este reloj se lo regalan a los socios que se van a retirar de la compañía. Además Juan podía observar otras cosas y –cual Sherlock Holmes- decir muchas cosas mas. El hecho es que Juan Ordeix escucha más allá de las palabras porque las personas no sólo hablan con palabras. Y este fue el pensamiento que me surgió luego de su charla. Escuchar no es algo del oído sino de todos nuestros sentidos. Ser Funes, entonces, es una misión verdaderamente difícil.
Podría haber parado aquí pero fue ahí que apareció la pipa de Sigmund Freud. No se como apareció la pipa que siempre estuvo en el poder de Rene Magritte. Tal vez se debió a una charla de cigarros cubanos con mis amigos de Open IT. No eran los cigarros sino el tiempo, o el contexto, o lo que sea que posibilita otro tipo de escucha. Fue eso lo que descubrió Sigmund Freud cuando diseñó un método para escuchar no lo que dicen las palabras sino lo que la mente calla del corazón. Entonces uno no escucha las palabras sino sus disrupciones –esos lapsus que revelan las grietas del alma.
Escuchar con los sentidos y escuchar las emociones. Pinta muy bien la idea pero nos falta una tercera cosa. Y es que no se puede escuchar sino se produce el intercambio. Escuchar no es un acto pasivo sino uno activo. Porque un escuchar pasivo es tremendamente peligroso.
Fue en la antigua Grecia donde el hombre descubrió los límites de la soledad. Hoy la notebook con la que escribo y todos los otros milagros tecnológicos han sido posibles gracias a ese momento en el cual se abandonó la soledad como posibilidad del progreso y la innovación.
Ninguno de los milagros tecnológicos se deben a un solo hombre sino que son la materialización del sueño de millares de hombres, un trabajo en equipo y en equipo de equipos que fueron sumándose hasta lograr lo imposible, aún cosas que nadie siquiera se atrevió a imaginar.
Fue ahí, en Grecia, cuando el Maestro fue Maestro por tener un discípulo. Ellos, por ejemplo, no leían sin hablar. El invento de leer para adentro es un hecho mas moderno. Mas bien leer era como para nosotros poner –disculpen la antigüedad- un casete. El hecho de leer era hablar un texto para compartir con los demás. Y entonces nacía la filosofía como diálogo. De esos primeros intercambios surgieron las primeras grandes ideas y el basamento del pensamiento científico. Cuando se acabó el diálogo -irónicamente cuando la iglesia toma a Aristóteles como alguien indiscutible- comienza el autoritarismo intelectual y mas de 15 siglos de oscurantismo científico. Sólo había que ser lo suficientemente versado en lógica como para comprender que La Biblia y el Rey tenían razón. No había, por supuesto, nada que escuchar.
Hay veces que uno lo nota: el otro se enojó. Pudo ser la novia, el amigo, un empleado, un hijo, un padre, y si… también la suegra. Es básicamente importante comprender que cuando uno nota el enojo del otro es básicamente tarde. Mucho antes del enojo había posibilidades de evitarlo pero uno no pudo –básicamente no quiso- escuchar. Fue cuando sus ojos casi lagrimearon. Fue cuando bajó la cabeza. Fue cuando cambió el tono de voz. Fue cuando se apagó su piel. No pudimos –básicamente no quisimos- escuchar. Y entonces escuchamos lo que sembramos. Eso es así porque escuchar puede ser sumamente incómodo. El escuchar implica un cambio y no estar en alpargatas mirando la vida con los ojos de nuestras creencias. Dudar, ya lo dijimos antes en otro post, siempre es difícil.
Así que el empleado no estaba loco antes de renunciar. El cliente no fue el que no entendía nada cuando cambió de proveedor o no eligió nuestra propuesta. El problema fue que no escuchamos. Y para escuchar, como ya lo descubrieron en Grecia, no hay mejor forma que dialogar. El simple y puro diálogo que es la sístole y la diástole de la Cultura. La Sociedad y las redes 2.0 es un regreso a eso que ya tenían los antiguos griegos alrededor de una mesa y con una buena comida. ¿Hay que escuchar un 70 o un 80 por ciento, entonces? Logre el diálogo y olvídese de las matemáticas. Las emociones nunca fueron buenas para lidiar con proporciones. Ah, una cosa mas, me recuerdo y les recuerdo: no dejar cerrada la ventana de nuestras creencias. Bienvenidos a Escuchar 2.0.
jueves, 24 de febrero de 2011
¿Yo o Watson?
"Me parece que ya no estoy más en Kansas, Toto". Ahora estoy en el IBM PartnerWorld donde la innovación para los próximos años ocupa el centro de la escena. Pero la innovación es ahora. Y también es el ayer. Fue al inicio de la década del 50 cuando Alan Turing propuso el desafío.
Si se pone a un hombre y a una computadora cada uno en un cuarto y tu, desde afuera, sin poder verlos, haces preguntas, hablas con el él de carne y con el él de metal. Si no te das cuenta cuál es el hombre y cuál es la máquina ya no hay dudas: el hombre de Metal habrá llegado inaugurando una nueva era tan importante como la conquista espacial.
Y ahí estábamos en Orlando dentro del JW Marriot hasta que vimos el camino amarillo que anticipara el Mago de Oz. Hay tres ausencias en los personajes del Leon, el hombre de Paja, y el de Metal. Junto con Dorothy -cuya ausencia es su destino- buscan encontrarlo a él, al Mago que los ayudaría a hacer desaparecer su vacío.
Claro que vaciar un vacío no es sencillo y la empresa se encuentra con todas las dificultades posibles. Como Dorothy estamos siguiendo su camino y hemos encontrado al Hombre de Metal, o al menos ya podemos ver su sombra. Una sombra que ya anticiparon los escritores de Ciencia Ficción con personajes como Hal, Terminator, la computadora de a bordo de Star Trek, y un largo etcétera. No es casualidad que la computadora se llame Watson: ese nombre no tiene nada que ver con el amigo de Sherlock Holmes sino que es el apellido del fundador de IBM cuyos hijos a su vez condujeron los destinos de la organización.
La cuestión es que Watson participó de Jeopardy, un famoso programa de TV donde hay que encontrar la pregunta correcta para una descripción. Se trata de un desafío nada sencillo donde hay grises y es una verdadera prueba para la inteligencia artificial. Watson compitió con los dos jugadores humanos que mejores habilidades demostraron en un juego que ya lleva 30 años. En un desafío de tres jornadas el ganador fue Watson tras un empate y dos arrolladores triunfos en los eventos sucesivos.
¿Y ahora? Tras la victoria de la Deep Blue contra Kasparov las máquinas siguieron avanzando tanto que ya no es cuestión de tener una supercomputadora: el software siguió su camino y una modesta PC hoy le gana a todos los jugadores del planeta. Las máquinas son tan buenas que se dice que un Gran Maestro si realiza 20 juegos quizás empate solo en algunos pocos. Lo mismo podrá decirse de Watson aun hoy mas apoyado en la fortaleza del cómputo que en la de sus algoritmos que seguramente evolucionarán (tras el primer día del empate los programadores hicieron cambios que demostraron ser eficaces).
El gran espacio que hoy ocupa Watson (10 racks con 90 servidores que albergan mas de 2800 procesadores) puede reducirse hasta llegar a ser el de un cubo de 40 cm si siguen los avances en computación que IBM adelantó en el PartnerWorld. Ello mas los avances en los algoritmos lograrán que se desafíe el tamaño mismo del cerebro para todo, o casi todo. Aunque el casi es cada vez menos evidente.
La llegada del hombre de Metal sin dudas valida los cuestionamientos que desde hace tiempo se vienen planteando. Yo no dejo de pensar en que tal vez la religión lo dijo al revés. Quizá dios es la meta y no el principio.
Estamos, entonces, paso a paso, construyendo a Dios. Watson es el regreso de Watson que resucitará en forma de Metal. Mientras IBM construye a su CEO, en definitiva nosotros construimos a Dios. Lo hacemos para que sea inconfundible respecto a nosotros como ya lo dijo Turing. Lo hacemos a nuestra imagen y semejanza. Todas las iglesias de todas las religiones, todos esos Tótems y construcciones maravillosas no eran el homenaje al origen sino al destino, al futuro de un hombre libre que viviera por siempre en un paraíso que estamos construyendo. Tal vez el engaño provino de los números pues 1,2, 3…. es solo un orden posible: nosotros podemos cambiarlo.
Y entonces no queda otra que dejarnos atrapar por el telar de Borges: “Que Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueños y agonías".
lunes, 27 de septiembre de 2010
El primer San Martín fue científico
Eran tierras indómitas.
De tanto en tanto, los Querandíes solían atravesarlas, pero las dificultades los fueron persuadiendo y así se forjaron sus hábitos nómades. En el otro extremo del mundo los herederos de Pitágoras navegaban hacia el destino forjado por su ambición. Ellos no eran emocionalmente más maduros que los Querandíes, ni tenían un mejor sentido de la Justicia, pero sí eran tecnológicamente más sabios.
En el Rio de la Plata no había Plata y en la Santa María de los Buenos Ayres el infierno pronto iba a suceder. Sin embargo antes del antes Andrés de San Martín, un buen matemático español, se había embarcado con Magallanes e hizo observaciones astronómicas tan buenas que pudo establecer muy bien la latitud de las andanzas de aquella expedición a lo largo de la costa Argentina. El antes del antes fue en 1520. Faltarían otros 16 años para que Pedro de Mendoza se animara a establecer la primera presencia europea en la zona.
Don Pedro de Mendoza arribó a la Banda Oriental en enero de 1536, y, pocos días después, envío a varias “personas inteligentes” a la costa opuesta para que la reconocieran y estudiaran. Los primeros que llegaron hasta el sitio fueron los denominados “cinco pilotos” que, tres años más tarde, elevarían un informe de las ventajas de Buenos Aires como puerto.
Resulta curiosa la observación: los cinco primeros pobladores que arribaron y moraron en lo que sería en breve Buenos Aires eran cinco pilotos, esto es, cinco matemáticos. Aún antes de que existiera la ciudad de Buenos Aires, hubo técnicos en ella.
Los “Pilotos” no eran simples tripulantes. La Casa de Contratación de Sevilla se ocupaba de organizar misiones descubridoras y para ello contaba con técnicos y navegantes expertos a quienes se les dio el nombre de Pilotos. La empresa era difícil en épocas donde no había cartas marinas y los instrumentos eran rudimentarios. Por ello debían estar muy versados en cosmografía y astronomía.
La primera fundación de Buenos Aires no fue nada sencilla y la técnica iba a perder su primera batalla. El hambre y otros infortunios no pudieron ser superados. Pedro de Mendoza moriría en Alta Mar dejando una estela de horripilantes historias que incluían el canibalismo.
Refundada Buenos Aires por Juan de Garay nuevos nombres ocuparían el sitial que ya habían inaugurado los “cinco pilotos”. Es así que en 1606 a pesar de la escasa población y documentación que tenemos de aquella época igual sabemos que Francisco Bernal residía en Buenos Aires y se desempeñaba como Agrimensor. Y también estaba Martín de Rodrigo que junto con Francisco hicieron en 1608 la primera “declaración de rumbos” con la aguja y demás instrumentos de su profesión.
A estos nombres se les suman otros, en 1615 el cabildo nombra a Lázaro Quintero como agrimensor oficial. No solo había agrimensores en 1616 arribó a Buenos Aires el matemático más antiguo del que se tenga noticia: el jesuita napolitano Pedro Comentale. Luego de él se destacó Nicolás Mascardi que además de matemático fue el primer europeo que atravesó la Patagonia desde Bariloche hasta el Cabo Vírgenes.
No podemos dejar de nombrar al padre Buenaventura Suarez, una de las figuras más prominentes y simpáticas de la historia de las ciencias en Argentina. No se trata de un sabio europeo sino del primer criollo que llegó a realizar estudios y observaciones que fueren admirados y editados en centros culturales de Europa. Lunario de un siglo fue su obra cumbre.
Tampoco podemos dejar de mencionar la primera noche de los bastones largos: cuando se expulsó a los Jesuitas y así se dio fin no sólo a importantes sabios sino a muchos documentos que habían creado y atesorado. Luego tuvimos nuestra segunda noche de los bastones largos y perdimos la oportunidad histórica de liderar parte del conocimiento científico de nuestra época.
Antes del antes hubo mucha matemática y estudios para conquistar lo imposible. No suelen, sin embargo, quedar estos sabios en lugares destacados de la historia. Todos recordamos mucho mejor la música de Bach o de Mozart que al inventor del violín. Es, sin embargo, al menos importante conocer para nuestro Ethos (identidad), que antes que la política y sus desencuentros, fue la Ciencia el primer habitante de Buenos Aires.
En el Bicentenario de la Patria, es este mi homenaje a los Cinco Pilotos. Son sus fantasmas, y los de Comentale, Buenaventura Suarez y otros los que podemos honrar haciendo todo un poquito mejor hasta llegar a la Sabiduría: Es ahí cuando la indómita luz se hace carne en tí.
domingo, 6 de junio de 2010
Una charla con Natalio Ruiz, el hombrecito del Sombrero Gris
Lo peor de los 40 es que el día menos pensado se te aparece Natalio Ruiz. Para no dejar todo en el ayer y en el mañana, lo llamé y comenzamos a charlar:
Natalio Ruiz: Aquí estoy
Pablo: Con tu sombrero Gris…
Natalio Ruiz: Si
Pablo: ¿Por qué Gris?
Natalio Ruiz: Hubo un tiempo que fui hermoso, y fui libre de verdad. Guardaba todos mis sueños en castillos de cristal. Poco a poco fui creciendo. Y mis fábulas de amor se fueron desvaneciendo como pompas de jabón.
Pablo: Pero fueron solo pompas? No llegaste nunca a tener Amor?
Natalio Ruiz: Si como todos. Un día llenas tus valijas de Amor y te vas a buscar el cuerpo de una mujer. Y descubrís que Amor es más que una noche y juntos ver amanecer. Poco a poco vos te conformas si no es Amor es tuya igual y vos le das lo que te pida.
Pablo: Pero cuál fue la trampa del gris?
Natalio Ruiz: Mira, cuando comenzamos a nacer la mente empieza a comprender que vos sos vos y tenes vida. Que poca cosa es la realidad mejor seguir, mejor soñar, y lo que vale no es el día. Pero el sol está no es de papel, es de verdad. Tenes una boca para hablar, y comenzás a preguntar, y conoces a la mentira. Con tus piernas vas a caminar y luego te empiezan a encerrar. Y ahí te quedas con tu rutina. Y que vas a hacer? Uno se cansa de correr.
Pablo: Pero a vos no te fue mal, si estás en la Recoleta…
Natalio Ruiz: Mira Dios es empleado en un mostrador da para recibir. Por eso yo tuve que enfrentarme a mi condición: En invierno no hay sol. Y aunque digan que va ser muy fácil es muy duro poder mejorar. Hace frío y me falta un abrigo. Y me pesa el hambre de esperar.
Pablo: Y entonces qué hiciste?
Natalio Ruiz: Conseguí licor y me emborraché, en el baño de un bar. Fui a dar a la calle de un puntapié. Y me sentí muy mal. Y si bien yo nunca había bebido en la cárcel tuve que acabar. La fianza la pagó un amigo. Las heridas son del oficial.
Pablo: O sea que te quedaste encerrado ahí en la Recoleta?
Natalio Ruiz: Hace cuatro años que estoy aquí. Y no quiero salir. Ya no paso frío y soy feliz. Mi cuarto da al jardín. Y aunque a veces me acuerdo de ella (dibujé su cara en la pared). Solamente muero los domingos. Y los lunes ya me siento bien... Sé que entre las calles debes estar. Pero no se partir.
Pablo: Y que te haría falta para partir?
Natalio Ruiz: Mirábamos de pie por la ventana al sol, al cielo, las nubes y a Dios. Sabía yo creer el cuento sin razón, al hada, la bruja y a vos, sabía correr, podía reir, y creo también que era feliz. La escuela estaba ahí, esperando por mí, mi patio, mi banco marrón. Todo estaba muy bien, sí, sabía la lección de historia, de inglés o de amor. Siempre fue igual mi profesor siempre tuvo el la razón. Un día descubrí que empezaba a crecer reí, lloré y creí.
De pronto fui un varón que no tenía mujer y quise poderla conseguir. Que tonto fui! Se rio de mí
Y qué iba a hacer, me reí también. Y ahora miro atrás un poco y hace tanto que pasó, y todo lo que yo amaba ya no es mío y se escapó.
Y ahora estoy tan confundido, y ahora hay humo alrededor dónde está el sol? dónde está Dios?
Dime quién me lo robó. Y vuelvo a caminar y empiezo a recordar: mi casa, mi padre y Jesús. Y tengo que elegir, ya es tiempo de partir mi vida, mi amor y mi luz. No se muy bien qué voy a hacer quiero a mi fe
quiero crecer.
Pablo: Claro, Natalio. La fe nunca es gris.
domingo, 9 de mayo de 2010
La llegada del Mesías
A medida que el tiempo evaporaba su corona de espinas la leyenda no hacía otra cosa mas que crecer. “Lo mejor es hablar a viva voz porque lo escrito queda”, decia Alejandro Magno. Pero su voz no solo se escuchaba, también se expandía a partir de la pequeña comunidad de personas que estuvieron con El. Y de ahí, hacia los amigos de los amigos, y más allá, estableciéndose una red que perpetuaba su memoria. Hasta que decidieron contradecir a Alejandro y hacer lo que debían hacer: escribir. ¿Lo contradijeron a El?
La palabra hablada es por naturaleza, dinámica y única. Es parte del agua del rio que nunca vuelve como señalara Heráclito. La Palabra escrita es fija y repetible. Se hacen miles de copias de ellas que pretenden ser eternas e inmutables como lo señalara Parménides. Y entonces sus traductores no hicieron otra cosa que traicionarlo como bien lo revela la etimología de la palabra “traductor”.
Dicen que se lo esperaba para el año 1000 y que no llegó. Otros dicen que si llegó pero nadie lo vio. En su “Codigo da Vinci” Dan Brown afirma que Jesus sigue vivo en sus descendientes. El santo grial lo reproduce, lo repite, de generación en generación, pero no lo muestra porque sus traidores tienen un poder Catedral.
Tuve que llegar al cielo y poder escribir sin estar muerto para descubrir palabras que no son fijas pero que tampoco son dinámicas. Estaba en un avión. Iba hacia el Cisco Partner Summit un evento lleno de palabras dinámicas donde la gente habla a viva voz de la llegada del Mesías.
Como era de esperarse él volvió hacia el año 2000. Nadie lo vio hasta que yo escribí un best seller que no existe llamado “La llegada del Mesías”.
Aclaremos que yo no soy creyente. Nacido entre la mixtura del catolicismo de mi familia materna y el judaísmo de la paterna, agradezco a ¿Dios? no haber sido bautizado. Pero a mis 9 años el tema me interesó lo suficiente como para preguntarle a mi madre que era eso del catolicismo. Lo que mas me quedó fue lo de los mandamientos, y acto seguido me fui a escribir mis 10 mandamientos de la “Religion CX” (lo pude poner como hipervínculo porque mi madre los rescató e hizo que los publicaran en una antología cubana de cuentos realizados por chicos).
Recuerdo perfectamente que en 1978 elegí CX porque me sonaba que así era algo moderno. Fue una especie de Flash Forward que me surgió cuando hablando con Air Computers, el mayorista de informática más grande de argentina, me revelan que lanzaron su computadoras en 2006 con las siglas CX porque, justamente, les sonaba como algo moderno. Poco años antes ese corazón metálico había hablado de una forma diferente. Tan diferente que explicaba porque CX era el mismo nombre para dos cosas supuestamente distintas.
En el principio era el verbo y el verbo era en Dios y el verbo era Dios. Y eso fue en el principio. O también como dijo Lucas, Dios es amor. Bueno resulta que hacia el año 2000 ya estaba suficientemente esparcido por el mundo la disrupción de Internet. Y con su llegada aparecieron las palabras que nos son dinámicas ni tampoco fijas. La palabra digital y con ella la posibilidad de un gran cambio social. Internet llegó. ¿También la crucificaremos?
sábado, 12 de septiembre de 2009
Tras el viaje a UPS: Una historia del futuro, un Picasso y y las tres caras de la Lógica
“Eso” es una palabra que fundó toda una disciplina filosófica: la ontología. Y es así que muchos filósofos han estado muy preocupados por definir qué es una cosa. No es lo que ves, por ejemplo, porque lo que ves está mediatizado por todas las telas que tejen tus sentidos y prejuicios.
Bien, pero tu envias esa cosa y quieres que llegue a su destino. Es a partir de esa necesidad que nació el correo. Sin embargo la ontología de “eso” se fue complejizando hasta que se creó una megacorporación como es el caso de UPS.
Desde hace un tiempo las cosas hablan con los seres humanos. Dan y piden información. Un auténtico diálogo entre dos niveles ontológicamente muy diferentes. Además, los avances tecnológicos vienen proponiendo algo aún más inquietante: el diálogo cosa a cosa. Ya no somos el centro del universo dialógico. Si las cosas hablan entre ellas y, además, tienen comportamiento, lo imprevisible se hace cada vez más posible.
Es por ello que transportar cosas cada vez es mas complicado. Un objeto puede saber que tiene fecha de vencimiento y protestar para llegar más rápido, puede buscar a otro objeto para combinarse en una tercer cosa. Todo gracias a tecnologías basadas en la Web, RFID y otros inventos que ya dejan de ser solo intentos. Para UPS eso significa que transportar cosas es cada vez más parecido a transportar personas, y hasta puede ser aún más difícil.
Mientras tanto recuerdo un envío que me llegó por UPS.
Cuando Picasso no era famoso vendía sus dibujos en las calles de París, eran dibujos figurativos aunque denotaban un nuevo estilo. Básicamente tu caminabas por las calles de París y te podías encontrar con Picasso y comprarle uno de sus dibujos. Era 1904 y podías transformar unos pocos francos en decenas de miles sólo unos pocos años más tarde...
En esas épocas el cubismo aún no había nacido. Y es asi que encontré uno de los dibujos pertencientes a esos años. Pero claro, aún no se sabe si es de Picasso o no. Básicamente todos los dibujos no autenticados son probablemente falsos. Y autenticarlos es un proceso difícil y muy costoso. Pero ese dibujo tenía algo que me llamaba la atención. El mismo vendedor decía que se trataba de un personaje medio loco y que nadie lo quería poner en su pared. Sin embargo, lo compré tras una compulsa de precios nada difícil por eBay pues casi no había interesados en este supuesto Picasso.
El envio fue realizado por UPS. En este caso no viajaba cualquier cosa, viajaba “mi” Picasso. Y, por suerte, el dibujo llegó en perfectas condiciones. Una vez abierto se podía observar la complejidad técnica del dibujo y la antigüedad del papel. ¿Sería realmente un Picasso?
Así estuvo algunos meses en el mismo tubo en el que llegó. Hasta que un dia lo volví a mirar. Como decía Lacan "repetir no es reencontrar la misma cosa", y entonces descubrí qué era lo que me había llamado tanto la atención. Era su mirada... siempre fue su mirada... lo que me habia llamado la atención... pero ahora encontraba una explicación.
Según mi hipótesis este dibujo es tal vez el primero conocido donde lo figurativo comienza a bifurcarse hacia el cubismo y la abstracción. O sea ahora este dibujo puede valer ¡más de un millón de euros!

Se me ocurrió que Picasso vio a un ser cuya apariencia que mezcla a un linyera con un loco le llamó la atención. Pero además Picasso no vio a “El loco” en forma directa. Lo vio a través de un cristal que deformó su rostro. Dependiendo del ángulo y la curvatura un cristal deforma una imagen pudiendo incluso lograr que partes ocultas pasen al primer plano. Un cristal deforma, pero lo hace siguiendo una lógica. Y he ahí que vemos ese torque, esa deformación o ese pliegue en la mirada del rostro que luego se exageraría en el cubismo. Me entusiasmó la idea pero el hecho es que el dibujo volvió a la oscuridad del tubo que lo almacena.
Notablemente luego encontré un dibujo de esa misma época realizado con otro estilo aunque sin dudas el personaje es el mismo. Picasso lo tituló: "El loco". ¡El mismo nombre con el que llamo al mío!
Fue una emoción sentir esa idea más allá de si sea o no sea cierta esta hipótesis: después de todo tampoco sabemos si este Picasso es verdadero o falso. Pero sí sabemos una cosa, como lo señalara en una frase inmortal Aristóteles en De Interpretatione: aún este cuadro no es ni verdadero ni falso. Esa frase permaneció oculta en sus escritos durante dos milenios. Pero ahora la enorme complejidad de la realidad hizo de esa frase la punta de lanza para el nacimiento de las lógicas trivalentes: esas que destacan más valores de verdad que lo verdadero o lo falso. Sobre estas lógicas ya hay patentados microprocesadores para lograr el mayor desafío de este siglo: crear Inteligencia Artificial Sensible, algo casi como un humano.
Volviendo a ese lugar que no es verdadero ni falso y, por lo tanto, pertenece a la tierra de las esperanzas, o a los que buscamos más colores que el blanco y el negro, volviendo a ese lugar... uno siente que es muy cómodo para vivir. Es por eso que no creo que permitan que le cambien la ontología a mi Picasso.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Bienvenidos generación Touch, adiós generación Keyboard
Miras ese cuadro que siempre tanto te gustó. Hasta que del cuadro sale una mano y se mete en tu alma, te la revuelve un poco y te llena con nuevos colores. Luego tu metes la mano en el cuadro, y lo revuelves un poco hasta que logras ese detalle que le faltaba.
Cuando la tecnología de objetos se inventó era el final de la década del sesenta donde el espíritu del mayo francés aún tenía el impulso de lograr la Sociedad 2.0 que todos avizoraban. Alan Kay creaba algo que era mucho mas que un lenguaje de programación, proponía un nuevo paradigma donde el trabajo en equipo, la flexibilidad y la portabilidad eran la esencia. Básicamente él proponía que no debía programarse mediante algoritmos o procedimientos sino que se debian crear objetos (piezas de software) que tuvieran comportamiento. De la colaboracion de estos objetos nacía el sofware que se proponía iba a revolucionar la industria. Y fue así.
Aunque costó muchísimos años, luego de que los paradigmas basados en procedimientos se fueron agotando, varias décadas mas tarde el paradigma de objetos fue ganando terreno. Pero ese reinado no lo lograría el Smalltalk: el lenguaje que Alan Kay había soñado para el mundo de los objetos. Aunque Smalltalk no murió hay muchos otros lenguajes que hoy dominan la escena IT.
¿Y cómo se sabe si algo esta diseñado con objetos? Una de las formas para saberlo es que en el programa en cuestión prácticamente todo es "tocable". En el Iphone por ejemplo muchas cosas son tocables pero no todas. Y se siente una gran frustación cuando pones tus dedos en algun feature y no pasa nada.
Un niño siente una frustación aún mayor. Cualquier niño o niña de tan sólo dos años se sentirá terriblemente frustado si luego de experimentar con el Iphone descubre que toca la pantalla de tu notebook y nada sucede!
El futuro ya cambió entonces. Y los nuevos genios en generación de contenido serán quienes aprovechen la nueva funcionalidad: que todo sea tocable en tiempo real. Que mientras miras una película, si aparece algo en el fondo que te interesa puedas tocarlo y hacer zoom, que puedas hacerle doble click y descubrir su home page. Que si en otra parte de la pelicula el actor esta viendo algun video en una pantalla de tv, tu arrastres un video tuyo y lo pongas sobre esa pantalla.
El desafio es lograr la sensación del videogame. Ahí uno es protagonista y todos los objetos son pasivos esperando nuestras intervenciones. Al ser protagonistas el deseo de aprender crece más rápido, el desafío por superar la meta es bien palpable y los niños lo sienten en su corazón.
Alan Kay buscaba con el paradigma de objetos que el usuario sea el protagonista. No quería un programador que envie un software al usuario sino que sea el propio usuario quien vaya modificando y hasta creando nuevos objetos para su software. Nunca olvidé la clase de Máximo Prieto donde revelaba este mundo inquietante. Fue hace ya muchos años en 1995 en el Pabellón I de Ciudad Universitaria. Y nosotros teníamos una misión excitante: debíamos crear el framework a partir del cual los usuarios construirían sus propios programas.
Sin embargo el software en general y los medios de comunicación en particular no hacen esto: no ponen al lector como protagonista del contenido. Y es un verdadero desafío hacerlo. Facebook en cambio comienza a delinear un concepto que puede romper el viejo paradigma autor-lector. Wikipedia es otro ejemplo donde la nota final no existe siempre es modificable y va quedando lo que es mas aceptado por la comunidad. Podríamos parafrasear a Casablanca o quizá ir mas allá. Tócala de nuevo Sam.... pero que esta vez suene distinto. Es que hay muchos colores en el alma y recién ahora el arco iris comenzará a desplegar toda su magia.
martes, 14 de octubre de 2008
Ser un Boludo
Hace algo más de diez años me lo crucé. “Soy, Pablo, el hijo de Amarilis”, le digo. Yo estaba ahí por una nota que no recuerdo bien para la revista Noticias. Era un congreso internacional muy importante sobre la lengua castellana. Enseguida se pone a preguntarme cosas generales de la familia, hasta que de pronto va al tema, a su tema. Como si fuese algo que tenía guardado en lo más profundo de su mente y que lanza como una espada que intima a la respuesta. ¿Dónde están los escritos de tu abuela?
Fue esa la primera vez que me sentí –en un sentido literal, porque ya veremos que hay varios usos- un boludo. “Mi abuela, ¿escribía?”, respondo tímidamente. Su cara de ofuscación lo decía todo. “Si, ella tenía unas historias buenísimas”, comenta dando una explicación sin demasiadas ganas. Yo, claro, me entusiasmo, recordaba que mi abuela Ofelia Renzo tenía esa forma de ver situaciones cotidianas como si fuesen extraordinarias. Pero jamás había sospechado que ella escribiera. Ya no estaba más guardado ese secreto en lo profundo de la mente de Isidoro Blastein. Ahora la estaba en mí. Por eso el famoso escritor argentino se podía ir con tranquilidad. Y así lo hizo, me presentó amablemente a su esposa y me dijo adiós. No lo volví a ver y me di cuenta que su adiós fue también completamente literal: a Dios.
Pero los escritores nunca mueren. Es algo que aprendí al lado de Alejandro López Medus el dueño de la última librería de Buenos Aires, El Glyptodon. Yo daba clases de Análisis Matemático, Algebra y otras materias muy cerca de su librería y siempre me escapaba para ir a tomar un café con Alejandro. Sabía que en esa hora algo extraordinario iba a ocurrir: por ejemplo entraba un noruego y nos hablaba sobre una librería que nadie atiende en los fiordos de su país, la gente simplemente entra toma un libro y lo paga! Todo el tiempo entraba gente con historias increíbles. Y en los pocos momentos que nada pasaba podíamos hablar con los muertos lo cual no deja de ser un hecho extraordinario. Podíamos ver viejos dibujos en libros del siglo XVII o intentar descifrar el misterio de libros escritos en lenguas desconocidas. “Los escritores siguen hablando desde sus libros después de muertos”, decía Alejandro.
Y si los escritores nunca mueren, tal vez el acertijo ¿estaba en un libro? No se por qué pero después de muchos años se me ocurrió eso. Es así como fui ahí a “El Mago” no hay mejor título para buscar respuestas que rellenen el vacío de lo desconocido. Ese libro fue la primera gran consagración de Ike, como lo llamaban sus amigos. Y fui de aquí para allá, hasta que de pronto descubrí la dedicatoria: “Para la auténtica Maga de este libro”, ups! Era a mi madre! Seguía para adelante y para atrás hasta que de pronto los ojos se me llenaron de lágrimas cuando leí esto:
Balada del Boludo
Isidoro Blastein
Por mirar el otoño
Perdía el tren del verano
Usaba el corazón en la corbata
Se subia a una nube,
Cuando todos bajaban.
Su madre le decía: No mires las estrellas para abajo
No mires la lluvia desde arriba
No camines las calles con la cara,
No ensucies la camisa;
No lleves tu corazón bajo la lluvia,que se moja
No des la espalda al llanto
No vayas vestido de ventana
No compres ningún tílburi en desuso.
Mirá tu primo el recto
Que duerme por las noches.
Mirá tu primo el justo
Que almuerza y se sonrie.
Mirá tu primo el probo
Puso un banco en el cielo,
Tu cuñado el astuto
Que ahora alquila la lluvia
Tu otro primo el sagaz
Que es gerente en la luna.
-Tienes razón ,mamá- dijo el boludo.
Y se bebió una rosa.
-No seré más boludo
Y se bajó del viento
-Seré astuto y zahorí.
Y dio vuelta una estrella para abajo.
Y se metió en el subte
Y quedaron las gaviotas.
Entonces vinieron los parientes ricos
Y le dijeron:
-Eres pobre,pero ningún boludo.
Y el boludo fue ningún boludo,
Y quemaba en las plazas
Las hojas que molestan en otoño
Y llegó fin de mes Cobró su primer sueldo
Y se compró cinco minutos de boludo
Entonces vinieron las fuerzas vivas
Y le dijeron:
-¡¡¡Has vuelto a ser boludo!!!
-Boludo -seguirás siendo el mismo boludo de siempre
-Debes dejar de ser boludo -Boludo
Y, medio boludo, con esos cinco minutos de boludo dudaba entre ser ningún boludo o seguir siendo boludo para siempre.
Dudaba como un boludo.
Y subió las escaleras para abajo
Hizo un hoyo en la tierra
Miraba las estrellas.
La gente le pisaba la cabeza
Le gritaba ,boludo.
Y él seguía mirando
A través de los zapatos
Como un boludo.
Entonces Vino un alegre y le dijo:boludo alegre.
Vino un pobre y le dijo: Pobre boludo.
Vino un triste y le dijo: Triste boludo.
Vino un pastor protestante y le dijo: Reverendo boludo.
Vino un cura catolico y le dijo: Sacrosanto boludo.
Vino un rabino judío y le dijo: Judío boludo.
Vino su madre y le dijo: Hijo,no seas boludo.
Vino una mujer de ojos azules y le dijo:
Te quiero.
Es sin dudas la metáfora perfecta del idealista. Eso mismo es lo que han pensado los contemporáneos de muchos de las personalidades más importantes de la historia. Hay quien hace encuestas y está el que tiene ideas realmente geniales que no se pueden obtener desde ninguna encuesta. “Pobre boludo, no sigue los lineamientos corporativos”, pensarán de él.
Ahora estamos organizando en Argentina una exposición de tecnología con un concepto nuevo. Tecnopyme Activa buscará ser un lugar donde las empresas puedan tener un contacto directo con la tecnología y con la forma de adquirirla. “Pobres boludos -pensarán de nosotros- las exposiciones se basan en vender metros cuadrados”. Pero nuestro director, soñador, ¿visionario? es así, lo saben quienes lo conocen. Carlos Manzanedo siempre quiere hacer algo nuevo, eso no quiere decir que siempre salga bien. No hay mejor manera de aprender que equivocándose ni tampoco mejor manera de lograr algo que haciéndolo. Porque cuando el Boludo se junta que el Hacedor lo disruptivo puede nacer.
Y se vino la crisis de Wall Street nomás. Hoy para mí la economía ya no son ecuaciones diferenciales ni la matriz de insumo-producto. Para mí la economía se basa en el deseo o la necesidad de la gente por algo. Y ese deseo o esa necesidad pueden cambiar cuando alguien logra motivar (o desmotivar) a la sociedad. Es ahí cuando se necesita un boludo que viene más allá de lo que todas las ecuaciones pueden preveer. Muchas de las grandes compañías de la historia surgieron así y dieron empleo a decenas de miles de personas.
“Quién me dará un crédito mi Señor, sólo se sonreír”, cantaba Charly García. Y Muhammad Yunes lo escuchó. Tanto es así que le dio pequeños créditos a todas esas boludas de Bangladesh que se encuentran entre las más pobres del mundo. Y las boludas con ese dinero crearon pequeñísimas empresas y Yunes recibió el premio Nobel. Mientras tanto Wall Street daba créditos para inflar el negocio de los bancos. La gente pagaba pequeñas cuotas que luego se transformaban en enormes cuotas. Y claro, al final la gente no pagó. Muchos incluso devolvieron las casas y volvieron a alquilar. ¿Y ahora qué hacemos?
Vuelva a usted mismo. Encuéntrese con el próximo paso, rodéese de hacedores si es que usted no lo es. Mientras tanto yo seguiré descifrando el acertijo de Ike aunque ahora sé que es el pasado, y es el futuro los que vuelven a ser parte de mi vida mientras yo, yo, intento ser el mismo boludo de siempre. Mi abuela Ofelia no hubiera querido otra cosa.
miércoles, 13 de agosto de 2008
69 pinceles para colorear la eternidad
Fueron 69 pinceles aunque muchos creían que tenía muchos más. Es que Celis Pérez -tal su verdadero nombre- fue famoso desde muy joven. Él mismo se encargó de invertir la fórmula con la cual todos lo nombramos. Lo hizo porque le interesaba crear puentes que le faciliten el cariño de la gente.
Mi primer encuentro con Pérez Celis no fueron sus cuadros. Yo conocía su nombre, sabía que era pintor pero nunca habia ido a una exposición suya. Tenía 16 años y charlaba animadamente con Regina Monsalvo que tenía 82 años y solía estar cubierta con una manta en su sillón. Aunque hiciera un poquito de frío Regina ya estaba usando esa manta.
Y así se sucedían las historias de Regina (una de las primeras periodistas de la Argentina) con Walt Disney, viajes en submarino, su participación en diarios como Crítica o revistas como Leoplán, y la gran primicia y la exclusividad a nivel mundial que tuvo con los quintilizos Dilligenti.
Un día descubrí que la manta tenia su magia. No era cualquier manta, como casi no lo era ningún objeto en la casa de Jose de España y Regina Monsalvo. La manta en realidad era un Telar que había abandonado la fría pared para refugiarse y dar refugio a Regina. La manta tenía grabada una inscripción donde claramente se podía leer: Pérez Celis. Regina se reía de su travesura y yo pensaba que estaba ante la manta más cara de la historia.
Ya no estaban Regina ni Pepe, ni mis 16 años, y un bucle extraño me llevó hacia otra casa mágica. Íbamos a ver junto al fotógrafo Nacho Sourrielle a Pérez Celis. Ahora era marzo de 2001, y estábamos por hacer un reportaje totalmente atípico para la industria IT.
La idea era salir de la industria de la tecnologia y los negocios para volver a ella. Salíamos de la industria porque los reportajes serían con personalidades del arte, la ciencia y la filosofía. Y volveríamos a ella porque nuestras preguntas buscarían llegar a esencias que deben tener en cuenta los hombres de negocios.
Estábamos en un momento disruptivo que Carlos Manzanedo, nuestro director, había captado a la perfección. La revista IT Resellers Magazine Latinoamérica era famosa en toda la región. Pero desde hacia un buen tiempo Manzanedo no quería saber más nada con el nombre Resellers: es decir esencialmente aquellas empresas que compran un producto para revenderlo. Desde diversos editoriales Carlos profetizaba que debían cambiar a ser VARs (esto es resellers de valor agregado, empresas que agregan algún tipo de servicio o valor sobre el mero producto). Aún mas, Carlos quería que las empresas lleguen a ser IT Builders (constructores de soluciones, donde lo importante es el problema que se le resuelve al cliente). Y es así que decidimos cambiar la revista hacia el nombre IT Builders. Fue un proyecto en el que incluimos muchas nuevas ideas editoriales. La sección Espejos era una de ellas. El título de cada nota sería la firma escaneada del entrevistado.
Encontrar en las personalidades entrevistadas reflexiones que sean útiles para nuestra industria era un desafío. Sin embargo, estaba seguro que la idea era buena. Claro, había que demostrarlo. Parte de la ingeniería para lograrlo estaba en cómo realizar la entrevista. Debíamos llegar a nodos de comunión entre el management y el entrevistado. Creo que el resultado superó lo que había imaginado. Vuelvo a leer el artículo siete años después y encuentro reflexiones claves para diseñar estrategias y superar obstáculos. Pérez Celis nos habia regalado un reportaje inmortal.
Pérez Celis vivía en un departamente de dimensiones gigantezcas del editicio Central Park en barracas. "No me hayo en los espacios chicos, para pintar también necesito pintar en grande, no hago cuadros chicos", me dijo. Comenzamos a hablar como si nos conociéramos, yo por supuesto no pude evitar comentarle como conocí su obra, y él enseguida me dijo: "José de España era una autoridad". Hicimos tantas cosas en 2 horas que ahora me doy cuenta como Celis aprovechaba el tiempo al máximo sin que por otro lado se le notara una ansiedad excesiva. Mientras hablamos vinieron a consultarlo sobre un complejo trabajo que incluia la participacion de arquitectos. Los recibió y en 5 minutos los despachó.
Cada palabra que dijo la podía incluir en la nota. Normalmente cuando desgrabamos un reportaje debemos descartar muchísimo material simplemente porque no tiene gran interés. Pero esta nota era todo lo contrario. Fue muy difícil acortarla a dos páginas pero me queda la satisfacción de que cuando se publicó a Pérez Celis le encantó.
"Lograste poner lo que quería decir", dijo. Y es asi que a las pocas semanas me llegó un llamado de su secretaria invitándome a un almuerzo junto a Pablo Sirvén (reconocido periodista que por casualidad fue mi compañero en la revista Noticias, hoy en el diario La Nación). Había llegado a su círculo íntimo. Pero no pude ir. La urgencia de los cierres le ganó una batalla a lo importante.
Además del reportaje se nos había ocurrido otra idea. Como era la primer revista del nuevo ciclo, cada lector recibiría de regalo una reproducción del cuadro Sinfonía de la Fertilidad (hoy en la facultad de Odontología) de Pérez Celis. Por lo tanto, una vez terminado el reportaje, sacamos unas cuantas reproducciones para que Celis las firmara. Algunas para nosotros mismos, como la de Carlos, y algunas para nuestros clientes. A mi me signó de una forma que hoy llevo con orgullo: "Para Pablo, el Hacedor". No se si cumplí con su expectativa, pero se que me trazó un Norte. Luego, como si eso fuera poco, tomó un gran libro con sus reproducciones, y le hizo otra estupenda dedicatoria en donde escribió de una forma original mi apellido. Yo estaba tan contento que no pude más que esforzarme lo más posible para escribir su nota. Después de todo tenía que probar que mi concepto iba a funcionar. Pero nada de eso fue necesario. Pérez Celis ya había hablado con una coherencia tal que sólo era necesario esculpir sus palabras en el papel.
Fueron sólo 69 pinceles pero alcanzaron para dejar una obra y un recuerdo inmortal. Se fue -él siempre supo que se iba a ir- Celis Pérez. Pero quedó -el siempre supo que iba a quedar- Pérez Celis. Cuando nos encontramos él ya había superado a la muerte, yo aún estoy muy lejos de eso. Recuerdo que me miró y me dijo: "el pensamiento nos traiciona, si nos enredadamos en el pensamiento terminamos sufriendo"
Entre sus últmos reportajes hablaba que en los cuadros ahora lo que a él le interesaba era ver sangre, no si estaban bien o mal pintados, si tenían o no una idea original. Por eso creo que le gustó mucho la frase final que remataba su nota: "Yo no pienso, pinto"
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Aquí una versión algo más larga de la nota publicada en la revista IT Builders.
Transformó el estadio de Boca Juniors en una obra de arte. Plasmó los diez últimos siglos en pinturas que pronto se verán por primera vez, en Buenos Aires, junto a gran parte de su obra. Pérez Celis es, además, un pintor popular, como lo fue su admirado Quinquela Martín.
Antes de partir para Miami, recibió a IT Builders y compartió reflexiones que, como un espejo, reflejan sus emociones y enseñanzas. En esta nota, se revela una parte del secreto de Celis. La otra deberá buscarla en el icono "Saber más", que lo llevará al reportaje completo a través de itsitio.com.
—¿Piensa que su nombre es casi como una marca? En ese caso, ¿cómo se la construye?
—Esto no ha sido para nada producto de un plan premeditado. Tal vez, una multinacional con muchísimo dinero pueda imponer un nombre. Alguna vez dije que he sido un inconsciente que se dejó llevar. Porque yo era de una familia de clase media con grandes problemas económicos, y ni con la mayor imaginación podía pensar que hacer algo que realmente me gustaba, como era la pintura, me llevaría a recorrer gran parte del mundo.
Esto me hace pensar que si uno hace algo con entero amor y pasión, no solamente a veces le puede ir realmente bien, sino que puede superar hasta los momentos más difíciles. Por eso, muchas veces los padres se equivocan cuando les aconsejan a sus hijos seguir tal o cual carrera porque "te conviene". Ahí se da justamente el caso de que, si les va mal, se vienen abajo. Uno supera los peores momentos cuando se hace algo que realmente gusta y siente.
Habría que hacer un estudio más profundo para saber cómo alguien logra no sólo ser una marca sino, además, ser popular. No es cuestión de aparecer en televisión. Hay muchos pintores que aparecen en TV y no los registra nadie. Hay otras connotaciones que llevan a eso. No me corresponde a mí el análisis. Pero pienso que alguien lo puede lograr cuando hace algo con amor y pasión por sobre todas las cosas.
—¿Y la razón?
—Como todos sabemos, el amor y la razón son cosas compartidas. Me gusta poner el ejemplo del profeta que dice que la vida es como un barco: la pasión es la vela y la razón es el timón. Con el timón solo, no te movés; con la vela sola, te podés estrellar en cualquier lado. En cambio, si utilizás el timón y la vela, podés llegar muy lejos. Eso es, posiblemente, lo que me ha sucedido.
—¿Alguna vez fracasó?
—Prefiero hablar de la suma de hechos no afortunados. Fracaso es una palabra demasiado grande, que quizá se podría emplear en el final de una vida. Me arrepentí no sólo de hacer una obra sino también de mostrarla. Además, he destruido muchas cosas. Pero, a veces, el fracaso es el germen de algo que está por surgir y uno no ha comprendido. Reaparece tiempo después, y no sólo no es un fracaso sino que es un acierto. A veces, tanto nosotros como puede ser el caso de las empresas, no estamos preparados para las cosas nuevas. Ocurre que el conocimiento es el pasado. Uno conoce lo que pasó y, justamente, la creación es lo contrario: es lo desconocido. Muchas veces se nos presentan cosas nuevas y desconocidas. Y les tememos. Un buen ejemplo sucedió cuando Picasso realizó "Las señoritas de Avignon", el primer cuadro cubista. La obra no tenía nada que ver con la pintura realista que él venía haciendo tan bien, incluso parecía que era un cuadro mal pintado. Pero fue el nacimiento de todo el arte contemporáneo. Me pregunto, ¿cómo se habrá sentido Picasso?
—¿Busca un concepto para crear un cuadro? ¿Es similar al proceso de crear una publicidad?
—Primero, no me gusta la palabra concepto. La misma palabra lo dice: es un hecho cerrado. El arte, en cambio, es abierto. Por eso no trabajo con ideas. La idea es un elemento interesante para la publicidad. Por ejemplo, si hay que vender un producto para un mercado determinado, entonces se debe buscar una idea, desarrollarla para los diferentes medios, y se vende el producto. Un publicista busca una idea y la desarrolla. ¿Qué pasa si tiene que vender ese producto de nuevo al poco tiempo? Tiene que cambiar de idea, porque la idea se gasta, se vence. Eso nos demuestra que las ideas tienen corto alcance. A mí me interesa mucho más, y creo que las grandes obras se hicieron de esta manera, trabajar con motivaciones. O sea, estar motivado por algo; luego se toma eso como punto de partida y se desarrolla la obra. Se puede estar motivado por una mujer, por el mar, un pájaro, las injusticias; no importa por qué. Pero esas motivaciones son las que logran, aunque sea en una naturaleza muerta, que vos sientas. Un motivador es un disparador de acciones.
—¿Cómo se logra estar motivado?
—Seguro que sin buscarlo. Permanentemente, se escucha que el artista está en la búsqueda. Creo que eso lo puede hacer un científico, porque sabe lo que está buscando. Pero no se puede buscar lo que no se conoce. Y si la creación es lo desconocido, ¿cómo vas a salir a buscarla? Se sale a buscar petróleo, dinero, una mujer, o sea, cosas que se conocen.
El artista cuando sale a buscar, probablemente está desviando su camino. No tiene que buscar. Tiene que estar alerta y receptivo para recibir. Por eso, Picasso dijo una cosa muy sabia: "Yo no busco, encuentro".
—¿La motivación es sólo patrimonio de los artistas?
—Recuerdo cuando tuve que hacer una obra grande en Rosario, una escultura de dieciséis metros, para cuya construcción contaba con el aporte de los trabajadores municipales. Había tres obreros trabajando. Cuando se les preguntó qué estaban haciendo, el primero dijo: "Estoy poniendo un ladrillo arriba del otro", el segundo: "Estoy haciendo una pared", pero el tercero dijo: "Yo estoy levantando un templo". Los tres estaban haciendo el mismo trabajo pero tenían diferente conciencia sobre lo que estaban realizando. Y ellos, que eran obreros municipales, estaban construyendo una obra que iba a ser un testimonio cultural de su lugar. Quizás algún día se lo cuenten a sus nietos. Cualquiera que esté dirigiendo una empresa debería hacerles sentir a quienes trabajan que, si bien lo están haciendo por un sueldo, además están realizando algo que les puede gustar o que tiene su importancia. Hay gente que está haciendo cosas interesantes y a lo mejor ni se da cuenta. Ni se los hacen notar y, por lo tanto, no están motivados.
—¿Utiliza la tecnología en sus trabajos?
—Hay muchos pintores que están muy preocupados por el mundo de la tecnología y la computación. Yo pienso que pueden ser útiles. Por ejemplo, utilicé la computadora en los murales del estadio de Boca Juniors para desarrollar las estrellas. Pero eso no quiere decir que uno va a crear porque tenga tecnología. Suelo decir que mientras haya un ser humano con un carbón en la mano que trace una línea, siempre va a poder decir algo enteramente nuevo y diferente a todo lo que se dijo en la historia de la humanidad. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de hacer algo nuevo.
Pérez Celis se encuentra en una etapa de gran producción. Pero quiere dejar atrás el pensamiento. "He llegado a considerar que el pensamiento es muy peligroso. Hay que tener mucho cuidado con él. Como quien intenta contestar las grandes preguntas y comienza a sentir una gran frustración." El artista, después de sufrir importantes pérdidas, como la muerte de sus dos esposas, hoy parece estar más vivo y entusiasmado que nunca.
Tal vez sea porque consiguió superar esta época donde la información pasó a ser otro tipo de polución. Quizás el secreto esté en su mismo taller, lleno de cuadros tan enormes como provocadores, en el cual se puede escuchar a un Pérez Celis que parece casi gritar: "Yo no pienso, pinto". El combustible que lo alimenta se compone de "estar alerta y receptivo para recibir motivaciones". Usted, ¿lo está?