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miércoles, 23 de julio de 2008

Cronología Básica

Durante su visita Albert Einstein tuvo una agenda agotadora. Recorrió barrios, viajó en avión por primera vez en su vida, fue al teatro y se entrevistó con el presidente de la República Marcelo T. de Alvear, el ministro Angel Gallardo y otros políticos.

Estuvo en contacto con científicos como Jorge Duclout, Teófilo Isnardi, Enrique Butty, Eduardo Holmberg, Ramón Loyarte, Enrique Loedel Palumbo, Félix Aguilar, Horacio Damianovich, Bernardo Houssay y Eugenio Pablo Fortin. Disfrutó sus charlas con el filósofo Coroliano Alberini, visitó a Lugones y habló con su amigo Nicolai (con quien había firmado el contramanifiesto para oponerse a la primera guerra mundial).

Además, dedicó buena parte de su tiempo a reuniones con distintas organizaciones judías, y visitó algunos parientes. No tuvo casi un minuto libre. Cuando finalizaba su viaje escribió en su diario: “libre, pero más muerto que vivo”. Como se dice ahora, “le quemamos la cabeza”.

Einstein en Argentina

En 1925 Einstein visitó nuestro país. En un libro fascinante que está Pablo Wahnon se anticipa en exclusiva el por qué de ese misterioso periplo y revela historias que no se encuentran en las biografías

El motivo de la visita de Einstein a la Argentina parecía un misterio. Pero lo descubrí. Tras el asesinato en1922 de Walther Rathenau, que era judío y Ministro de Exterior de Alemania, mucha gente comenzó a temer por la vida de Einstein. Leopoldo Lugones lanzó en esa época un llamado para que se juntaran fondos y se le ofreciera a Einstein la posibilidad de radicarse en la Argentina. Aunque para 1925 las cosas estaban un poco mejor, José de España recordaba claramente que para Einstein su visita tenía el objetivo de sondear el ambiente. Ver cómo era la Argentina y qué posibilidades podría ofrecerle en caso de necesitar huir de Alemania.

Hace unos años, se descubrió una joya en los Archivos Einstein que hoy se encuentran en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Albert Einstein escribió un diario sobre su viaje a Sudamérica. El diario es algo fragmentario. Sin embargo, cuando se lo lee desde la perspectiva de lo que esperaba Einstein de la Argentina, las piezas comienzan a encajar. Por eso menciona algunos nombres y otros no, y sobre todo, se ve el malhumor que le provocaron ciertas situaciones. En definitiva, muchas cosas -incluso en materia política- no le convencieron. Fuimos lo suficientemente seductores para traer a Einstein pero no como para retenerlo. Uruguay sí le encantó; consideró que era como una Suiza u Holanda. En cambio, percibió a Buenos Aires como la “mini New York de América del Sur”.

“Ah… si pudiese, cortaría todas las grandes ciudades en otras más pequeñas”, escribió Einstein en su diario. En Montevideo encontró una “real cordialidad”. En algún momento, debe haber extrañado no quedarse a vivir ahí, porque finalmente él se fue a Estados Unidos, pero se arrepintió. Cuando se dio cuenta, como escribió una vez, ya era demasiado tarde para volver a cambiar de lugar

Durante su estadía en Argentina, del 25 de marzo al 23 de abril de 1925, Einstein brindó conferencias científicas pero también habló de cruciales aspectos políticos y filosóficos. Precisamente el desafío que plantea hacer un trabajo como el que merece Albert Einstein es tener en cuenta todos sus aspectos. Einstein es uno sólo; pero las disciplinas que abarca son muchas. Por otra parte se puede investigar en los archivos lo que está escrito pero muchas veces eso es lo menos interesante. El costado humano está en la memoria de la gente. Por eso el verdadero desafío es encontrar descendientes de las personas que estuvieron con Einstein. Si algún lector de NEO sabe algo, no dude en escribirme.

Además del viaje, es interesante la relación que se siguió manteniendo entre Einstein y Argentina. Cuando visité el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, el último hogar de Einstein, donde sólo llega la elite de los científicos, me di cuenta de la permanencia de ese vínculo. En el último tiempo por allí pasaron tres físicos argentinos: Juan Maldacena, Matías Zaldarriaga y Román Scoccimarro. De alguna manera, ellos son el legado de Albert Einstein. Pasaron 80 años, pero el fantasma de Einstein aún está entre nosotros.

Pablo Wahnon
pablow@itsitio.com