Era temprano en New Orleans. Ignatius J Reilly se preguntaba por qué le tocaba a él que adora estar en su cama fabulando sobre teología y geometría semejante desafío. Su madre había sido clara: debía salir a trabajar. Todos veían que él no podría, pero Ignatius estaba ahí, en los almacenes Holmes, cerca de Charles St.
A pesar de todo, y de él mismo, Ignatius siempre fue un hombre menos predecible de lo que sus hábitos pueden presuponer.
Era temprano en New Orleans. Allison Watson se preguntaba por qué le tocaba a ella que adora simplemente salir a caminar, sin que nadie la observe, semejante desafío. Su jefe había sido claro: debía salir a conmover. Todos veían que ella no podría, pero Allison estaba ahí sobre el escenario del Convention Center, cerca de Charles St.
A pesar de todo, y de ella misma, Allison siempre fue una mujer menos predecible de lo que sus hábitos pueden presuponer.
Ignatius es gordo, desalineado y torpe. Es todo lo contrario a Allison que es una mujer atractiva, inteligente, seductora y, como si fuera poco, es la mujer con mayor poder dentro de la estructura de Microsoft.
Ignatius vive en un mundo de fantasías: habita en las cabezas de muchos seres humanos desde que logró su gran hazaña: ser el protagonista de “La Conjura de los Necios”, la novela más famosa de New Orleans.
Allison vive en un mundo de realidades: sus decisiones afectan la vida de muchos seres humanos desde que logró su gran hazaña: ser quien maneja los destinos de los socios de negocios de Microsoft, la unidad corporativa más famosa del vendor.
Comenzaba el Microsoft Partner Conference 2009 en New Orleans, y más de 9000 asistentes esperaban ansiosos conocer las nuevas novedades en el programa de canales, las posibilidades de negocios con Windows 7, SharePoint, Office 2010 y un sinfín de tecnologías que Microsoft está lanzando al mercado. Sobre el escenario se escuchaba “Playing for Change”, un impresionante trabajo orquestal donde músicos de todas las nacionalidades lograban aquello que también Allison debía lograr: conmover.
El lugar más pobre de la nación más rica del mundo está lleno de fantasmas y dicen que la música los atrae. Caminando sobre la noche infinita de Bourbon St es posible comprar muñecos para pinchar y así hacer realidad diferentes conjuros Vudú; es posible escuchar una fabulosa banda de Jazz heredera del legado de Louis Armstrong; es posible entrar a un bar y que las mujeres se quiten la ropa para desafiar a un caballo mecánico mientras "Jessie" se para sobre la barra y comienza unos movimientos que hacen delirar a partners de todo el mundo.
Nadie sabe bien cómo ni cuándo pero ese infinito se termina. Salvo, claro, para los fantasmas que ahora están sobre el escenario mirando fijamente a Allison. 9000 partners escuchando y sólo Allison hablando. Sola ella y su PPT corporativa. Pasan los slides y sus novedades como una presentación más. Hasta que no. Fue en ese momento que vi cómo Ignatius lograba escurrirse entre los fantasmas. Lo vi sonreírse y subirse al escenario mientras disfrutaba de otro de sus hot dogs.
No se si fue la presencia de Ignatius que la conmovió. No era que sólo yo podía ver a Ignatius? Pero Allison -sin perder su estilo- se subjetivizó. No saltaba ni gesticulaba como su jefe Steve Ballmer, pero puso en primer plano las palabras “hate, love, believe, wish, feel” (odio, amo, creo, deseo, siento). Y las gritó como acordes de "Playing for Change". Hasta ilustró qué significaban para ella esas palabras en ejemplos concretos dentro del ecosistema Microsoft.
Sin dudas muchos no escucharon el hate, love… en toda su dimensión. Después de todo, la noche había sido infinita y ahora era temprano. Pero sí lo escucharon algunos. Lo escucharon con sus corazones. Y son los que se dieron cuenta que en la sociedad 2.0 ya no se venden productos ni soluciones. Se establecen relaciones de empatía con clientes y proveedores. Lo demás cae por su propio peso. Relaciones de empatía, no sólo “relaciones”. Ellos son los pioneros. Y cambiarán el mundo.
Pero todo esto Ignatius J Reilly hace mucho tiempo que ya lo sabía. Para Allison Watson, en cambio, el desafío recién comienza.
Pablo Wahnon
pablow@itsitio.com
lunes, 10 de agosto de 2009
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