lunes, 27 de septiembre de 2010

El primer San Martín fue científico

Mientras el país se tiñe de Bicentenario; mientras la industria envia los primeros adelantados que ya están llevando inteligencia argentina hacia nuevos mercados de todo el mundo; mientras la primera generación de los Maestros que crearon la industria de ciencia y tecnología se va perdiendo; viajamos al antes del antes, y descubrimos nuestra primera identidad.

Eran tierras indómitas.

De tanto en tanto, los Querandíes solían atravesarlas, pero las dificultades los fueron persuadiendo y así se forjaron sus hábitos nómades. En el otro extremo del mundo los herederos de Pitágoras navegaban hacia el destino forjado por su ambición. Ellos no eran emocionalmente más maduros que los Querandíes, ni tenían un mejor sentido de la Justicia, pero sí eran tecnológicamente más sabios.

En el Rio de la Plata no había Plata y en la Santa María de los Buenos Ayres el infierno pronto iba a suceder. Sin embargo antes del antes Andrés de San Martín, un buen matemático español, se había embarcado con Magallanes e hizo observaciones astronómicas tan buenas que pudo establecer muy bien la latitud de las andanzas de aquella expedición a lo largo de la costa Argentina. El antes del antes fue en 1520. Faltarían otros 16 años para que Pedro de Mendoza se animara a establecer la primera presencia europea en la zona.

Don Pedro de Mendoza arribó a la Banda Oriental en enero de 1536, y, pocos días después, envío a varias “personas inteligentes” a la costa opuesta para que la reconocieran y estudiaran. Los primeros que llegaron hasta el sitio fueron los denominados “cinco pilotos” que, tres años más tarde, elevarían un informe de las ventajas de Buenos Aires como puerto.

Resulta curiosa la observación: los cinco primeros pobladores que arribaron y moraron en lo que sería en breve Buenos Aires eran cinco pilotos, esto es, cinco matemáticos. Aún antes de que existiera la ciudad de Buenos Aires, hubo técnicos en ella.

Los “Pilotos” no eran simples tripulantes. La Casa de Contratación de Sevilla se ocupaba de organizar misiones descubridoras y para ello contaba con técnicos y navegantes expertos a quienes se les dio el nombre de Pilotos. La empresa era difícil en épocas donde no había cartas marinas y los instrumentos eran rudimentarios. Por ello debían estar muy versados en cosmografía y astronomía.

La primera fundación de Buenos Aires no fue nada sencilla y la técnica iba a perder su primera batalla. El hambre y otros infortunios no pudieron ser superados. Pedro de Mendoza moriría en Alta Mar dejando una estela de horripilantes historias que incluían el canibalismo.

Refundada Buenos Aires por Juan de Garay nuevos nombres ocuparían el sitial que ya habían inaugurado los “cinco pilotos”. Es así que en 1606 a pesar de la escasa población y documentación que tenemos de aquella época igual sabemos que Francisco Bernal residía en Buenos Aires y se desempeñaba como Agrimensor. Y también estaba Martín de Rodrigo que junto con Francisco hicieron en 1608 la primera “declaración de rumbos” con la aguja y demás instrumentos de su profesión.

A estos nombres se les suman otros, en 1615 el cabildo nombra a Lázaro Quintero como agrimensor oficial. No solo había agrimensores en 1616 arribó a Buenos Aires el matemático más antiguo del que se tenga noticia: el jesuita napolitano Pedro Comentale. Luego de él se destacó Nicolás Mascardi que además de matemático fue el primer europeo que atravesó la Patagonia desde Bariloche hasta el Cabo Vírgenes.

No podemos dejar de nombrar al padre Buenaventura Suarez, una de las figuras más prominentes y simpáticas de la historia de las ciencias en Argentina. No se trata de un sabio europeo sino del primer criollo que llegó a realizar estudios y observaciones que fueren admirados y editados en centros culturales de Europa. Lunario de un siglo fue su obra cumbre.

Tampoco podemos dejar de mencionar la primera noche de los bastones largos: cuando se expulsó a los Jesuitas y así se dio fin no sólo a importantes sabios sino a muchos documentos que habían creado y atesorado. Luego tuvimos nuestra segunda noche de los bastones largos y perdimos la oportunidad histórica de liderar parte del conocimiento científico de nuestra época.

Antes del antes hubo mucha matemática y estudios para conquistar lo imposible. No suelen, sin embargo, quedar estos sabios en lugares destacados de la historia. Todos recordamos mucho mejor la música de Bach o de Mozart que al inventor del violín. Es, sin embargo, al menos importante conocer para nuestro Ethos (identidad), que antes que la política y sus desencuentros, fue la Ciencia el primer habitante de Buenos Aires.

En el Bicentenario de la Patria, es este mi homenaje a los Cinco Pilotos. Son sus fantasmas, y los de Comentale, Buenaventura Suarez y otros los que podemos honrar haciendo todo un poquito mejor hasta llegar a la Sabiduría: Es ahí cuando la indómita luz se hace carne en tí.

domingo, 6 de junio de 2010

Una charla con Natalio Ruiz, el hombrecito del Sombrero Gris

Lo peor de los 40 es que el día menos pensado se te aparece Natalio Ruiz. Para no dejar todo en el ayer y en el mañana, lo llamé y comenzamos a charlar:

Natalio Ruiz: Aquí estoy

Pablo: Con tu sombrero Gris…

Natalio Ruiz: Si

Pablo: ¿Por qué Gris?

Natalio Ruiz: Hubo un tiempo que fui hermoso, y fui libre de verdad. Guardaba todos mis sueños en castillos de cristal. Poco a poco fui creciendo. Y mis fábulas de amor se fueron desvaneciendo como pompas de jabón.

Pablo: Pero fueron solo pompas? No llegaste nunca a tener Amor?

Natalio Ruiz: Si como todos. Un día llenas tus valijas de Amor y te vas a buscar el cuerpo de una mujer. Y descubrís que Amor es más que una noche y juntos ver amanecer. Poco a poco vos te conformas si no es Amor es tuya igual y vos le das lo que te pida.

Pablo: Pero cuál fue la trampa del gris?

Natalio Ruiz: Mira, cuando comenzamos a nacer la mente empieza a comprender que vos sos vos y tenes vida. Que poca cosa es la realidad mejor seguir, mejor soñar, y lo que vale no es el día. Pero el sol está no es de papel, es de verdad. Tenes una boca para hablar, y comenzás a preguntar, y conoces a la mentira. Con tus piernas vas a caminar y luego te empiezan a encerrar. Y ahí te quedas con tu rutina. Y que vas a hacer? Uno se cansa de correr.

Pablo: Pero a vos no te fue mal, si estás en la Recoleta…

Natalio Ruiz: Mira Dios es empleado en un mostrador da para recibir. Por eso yo tuve que enfrentarme a mi condición: En invierno no hay sol. Y aunque digan que va ser muy fácil es muy duro poder mejorar. Hace frío y me falta un abrigo. Y me pesa el hambre de esperar.

Pablo: Y entonces qué hiciste?

Natalio Ruiz: Conseguí licor y me emborraché, en el baño de un bar. Fui a dar a la calle de un puntapié. Y me sentí muy mal. Y si bien yo nunca había bebido en la cárcel tuve que acabar. La fianza la pagó un amigo. Las heridas son del oficial.

Pablo: O sea que te quedaste encerrado ahí en la Recoleta?

Natalio Ruiz: Hace cuatro años que estoy aquí. Y no quiero salir. Ya no paso frío y soy feliz. Mi cuarto da al jardín. Y aunque a veces me acuerdo de ella (dibujé su cara en la pared). Solamente muero los domingos. Y los lunes ya me siento bien... Sé que entre las calles debes estar. Pero no se partir.

Pablo: Y que te haría falta para partir?

Natalio Ruiz: Mirábamos de pie por la ventana al sol, al cielo, las nubes y a Dios. Sabía yo creer el cuento sin razón, al hada, la bruja y a vos, sabía correr, podía reir, y creo también que era feliz. La escuela estaba ahí, esperando por mí, mi patio, mi banco marrón. Todo estaba muy bien, sí, sabía la lección de historia, de inglés o de amor. Siempre fue igual mi profesor siempre tuvo el la razón. Un día descubrí que empezaba a crecer reí, lloré y creí.
De pronto fui un varón que no tenía mujer y quise poderla conseguir. Que tonto fui! Se rio de mí
Y qué iba a hacer, me reí también. Y ahora miro atrás un poco y hace tanto que pasó, y todo lo que yo amaba ya no es mío y se escapó.
Y ahora estoy tan confundido, y ahora hay humo alrededor dónde está el sol? dónde está Dios?
Dime quién me lo robó. Y vuelvo a caminar y empiezo a recordar: mi casa, mi padre y Jesús. Y tengo que elegir, ya es tiempo de partir mi vida, mi amor y mi luz. No se muy bien qué voy a hacer quiero a mi fe
quiero crecer.

Pablo: Claro, Natalio. La fe nunca es gris.

domingo, 9 de mayo de 2010

La llegada del Mesías

Dicen que debió llegar hacia el año 1000. Pero nadie lo vio. Todo parece indicar que regresó recién hacia el año 2000. Para descubrirlo tuve que viajar al cielo, no morir, y escribir desde allí. Aquí la llegada del Mesías. Una llegada tan inquietante que hoy esta entre sus manos.


A medida que el tiempo evaporaba su corona de espinas la leyenda no hacía otra cosa mas que crecer. “Lo mejor es hablar a viva voz porque lo escrito queda”, decia Alejandro Magno. Pero su voz no solo se escuchaba, también se expandía a partir de la pequeña comunidad de personas que estuvieron con El. Y de ahí, hacia los amigos de los amigos, y más allá, estableciéndose una red que perpetuaba su memoria. Hasta que decidieron contradecir a Alejandro y hacer lo que debían hacer: escribir. ¿Lo contradijeron a El?

La palabra hablada es por naturaleza, dinámica y única. Es parte del agua del rio que nunca vuelve como señalara Heráclito. La Palabra escrita es fija y repetible. Se hacen miles de copias de ellas que pretenden ser eternas e inmutables como lo señalara Parménides. Y entonces sus traductores no hicieron otra cosa que traicionarlo como bien lo revela la etimología de la palabra “traductor”.

Dicen que se lo esperaba para el año 1000 y que no llegó. Otros dicen que si llegó pero nadie lo vio. En su “Codigo da Vinci” Dan Brown afirma que Jesus sigue vivo en sus descendientes. El santo grial lo reproduce, lo repite, de generación en generación, pero no lo muestra porque sus traidores tienen un poder Catedral.

Tuve que llegar al cielo y poder escribir sin estar muerto para descubrir palabras que no son fijas pero que tampoco son dinámicas. Estaba en un avión. Iba hacia el Cisco Partner Summit un evento lleno de palabras dinámicas donde la gente habla a viva voz de la llegada del Mesías.

Como era de esperarse él volvió hacia el año 2000. Nadie lo vio hasta que yo escribí un best seller que no existe llamado “La llegada del Mesías”.

Aclaremos que yo no soy creyente. Nacido entre la mixtura del catolicismo de mi familia materna y el judaísmo de la paterna, agradezco a ¿Dios? no haber sido bautizado. Pero a mis 9 años el tema me interesó lo suficiente como para preguntarle a mi madre que era eso del catolicismo. Lo que mas me quedó fue lo de los mandamientos, y acto seguido me fui a escribir mis 10 mandamientos de la “Religion CX” (lo pude poner como hipervínculo porque mi madre los rescató e hizo que los publicaran en una antología cubana de cuentos realizados por chicos).

Recuerdo perfectamente que en 1978 elegí CX porque me sonaba que así era algo moderno. Fue una especie de Flash Forward que me surgió cuando hablando con Air Computers, el mayorista de informática más grande de argentina, me revelan que lanzaron su computadoras en 2006 con las siglas CX porque, justamente, les sonaba como algo moderno. Poco años antes ese corazón metálico había hablado de una forma diferente. Tan diferente que explicaba porque CX era el mismo nombre para dos cosas supuestamente distintas.

En el principio era el verbo y el verbo era en Dios y el verbo era Dios. Y eso fue en el principio. O también como dijo Lucas, Dios es amor. Bueno resulta que hacia el año 2000 ya estaba suficientemente esparcido por el mundo la disrupción de Internet. Y con su llegada aparecieron las palabras que nos son dinámicas ni tampoco fijas. La palabra digital y con ella la posibilidad de un gran cambio social. Internet llegó. ¿También la crucificaremos?