Dicen que debió llegar hacia el año 1000. Pero nadie lo vio. Todo parece indicar que regresó recién hacia el año 2000. Para descubrirlo tuve que viajar al cielo, no morir, y escribir desde allí. Aquí la llegada del Mesías. Una llegada tan inquietante que hoy esta entre sus manos.
A medida que el tiempo evaporaba su corona de espinas la leyenda no hacía otra cosa mas que crecer. “Lo mejor es hablar a viva voz porque lo escrito queda”, decia Alejandro Magno. Pero su voz no solo se escuchaba, también se expandía a partir de la pequeña comunidad de personas que estuvieron con El. Y de ahí, hacia los amigos de los amigos, y más allá, estableciéndose una red que perpetuaba su memoria. Hasta que decidieron contradecir a Alejandro y hacer lo que debían hacer: escribir. ¿Lo contradijeron a El?
La palabra hablada es por naturaleza, dinámica y única. Es parte del agua del rio que nunca vuelve como señalara Heráclito. La Palabra escrita es fija y repetible. Se hacen miles de copias de ellas que pretenden ser eternas e inmutables como lo señalara Parménides. Y entonces sus traductores no hicieron otra cosa que traicionarlo como bien lo revela la etimología de la palabra “traductor”.
Dicen que se lo esperaba para el año 1000 y que no llegó. Otros dicen que si llegó pero nadie lo vio. En su “Codigo da Vinci” Dan Brown afirma que Jesus sigue vivo en sus descendientes. El santo grial lo reproduce, lo repite, de generación en generación, pero no lo muestra porque sus traidores tienen un poder Catedral.
Tuve que llegar al cielo y poder escribir sin estar muerto para descubrir palabras que no son fijas pero que tampoco son dinámicas. Estaba en un avión. Iba hacia el Cisco Partner Summit un evento lleno de palabras dinámicas donde la gente habla a viva voz de la llegada del Mesías.
Como era de esperarse él volvió hacia el año 2000. Nadie lo vio hasta que yo escribí un best seller que no existe llamado “La llegada del Mesías”.
Aclaremos que yo no soy creyente. Nacido entre la mixtura del catolicismo de mi familia materna y el judaísmo de la paterna, agradezco a ¿Dios? no haber sido bautizado. Pero a mis 9 años el tema me interesó lo suficiente como para preguntarle a mi madre que era eso del catolicismo. Lo que mas me quedó fue lo de los mandamientos, y acto seguido me fui a escribir mis 10 mandamientos de la “Religion CX” (lo pude poner como hipervínculo porque mi madre los rescató e hizo que los publicaran en una antología cubana de cuentos realizados por chicos).
Recuerdo perfectamente que en 1978 elegí CX porque me sonaba que así era algo moderno. Fue una especie de Flash Forward que me surgió cuando hablando con Air Computers, el mayorista de informática más grande de argentina, me revelan que lanzaron su computadoras en 2006 con las siglas CX porque, justamente, les sonaba como algo moderno. Poco años antes ese corazón metálico había hablado de una forma diferente. Tan diferente que explicaba porque CX era el mismo nombre para dos cosas supuestamente distintas.
En el principio era el verbo y el verbo era en Dios y el verbo era Dios. Y eso fue en el principio. O también como dijo Lucas, Dios es amor. Bueno resulta que hacia el año 2000 ya estaba suficientemente esparcido por el mundo la disrupción de Internet. Y con su llegada aparecieron las palabras que nos son dinámicas ni tampoco fijas. La palabra digital y con ella la posibilidad de un gran cambio social. Internet llegó. ¿También la crucificaremos?
domingo, 9 de mayo de 2010
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