domingo, 6 de junio de 2010

Una charla con Natalio Ruiz, el hombrecito del Sombrero Gris

Lo peor de los 40 es que el día menos pensado se te aparece Natalio Ruiz. Para no dejar todo en el ayer y en el mañana, lo llamé y comenzamos a charlar:

Natalio Ruiz: Aquí estoy

Pablo: Con tu sombrero Gris…

Natalio Ruiz: Si

Pablo: ¿Por qué Gris?

Natalio Ruiz: Hubo un tiempo que fui hermoso, y fui libre de verdad. Guardaba todos mis sueños en castillos de cristal. Poco a poco fui creciendo. Y mis fábulas de amor se fueron desvaneciendo como pompas de jabón.

Pablo: Pero fueron solo pompas? No llegaste nunca a tener Amor?

Natalio Ruiz: Si como todos. Un día llenas tus valijas de Amor y te vas a buscar el cuerpo de una mujer. Y descubrís que Amor es más que una noche y juntos ver amanecer. Poco a poco vos te conformas si no es Amor es tuya igual y vos le das lo que te pida.

Pablo: Pero cuál fue la trampa del gris?

Natalio Ruiz: Mira, cuando comenzamos a nacer la mente empieza a comprender que vos sos vos y tenes vida. Que poca cosa es la realidad mejor seguir, mejor soñar, y lo que vale no es el día. Pero el sol está no es de papel, es de verdad. Tenes una boca para hablar, y comenzás a preguntar, y conoces a la mentira. Con tus piernas vas a caminar y luego te empiezan a encerrar. Y ahí te quedas con tu rutina. Y que vas a hacer? Uno se cansa de correr.

Pablo: Pero a vos no te fue mal, si estás en la Recoleta…

Natalio Ruiz: Mira Dios es empleado en un mostrador da para recibir. Por eso yo tuve que enfrentarme a mi condición: En invierno no hay sol. Y aunque digan que va ser muy fácil es muy duro poder mejorar. Hace frío y me falta un abrigo. Y me pesa el hambre de esperar.

Pablo: Y entonces qué hiciste?

Natalio Ruiz: Conseguí licor y me emborraché, en el baño de un bar. Fui a dar a la calle de un puntapié. Y me sentí muy mal. Y si bien yo nunca había bebido en la cárcel tuve que acabar. La fianza la pagó un amigo. Las heridas son del oficial.

Pablo: O sea que te quedaste encerrado ahí en la Recoleta?

Natalio Ruiz: Hace cuatro años que estoy aquí. Y no quiero salir. Ya no paso frío y soy feliz. Mi cuarto da al jardín. Y aunque a veces me acuerdo de ella (dibujé su cara en la pared). Solamente muero los domingos. Y los lunes ya me siento bien... Sé que entre las calles debes estar. Pero no se partir.

Pablo: Y que te haría falta para partir?

Natalio Ruiz: Mirábamos de pie por la ventana al sol, al cielo, las nubes y a Dios. Sabía yo creer el cuento sin razón, al hada, la bruja y a vos, sabía correr, podía reir, y creo también que era feliz. La escuela estaba ahí, esperando por mí, mi patio, mi banco marrón. Todo estaba muy bien, sí, sabía la lección de historia, de inglés o de amor. Siempre fue igual mi profesor siempre tuvo el la razón. Un día descubrí que empezaba a crecer reí, lloré y creí.
De pronto fui un varón que no tenía mujer y quise poderla conseguir. Que tonto fui! Se rio de mí
Y qué iba a hacer, me reí también. Y ahora miro atrás un poco y hace tanto que pasó, y todo lo que yo amaba ya no es mío y se escapó.
Y ahora estoy tan confundido, y ahora hay humo alrededor dónde está el sol? dónde está Dios?
Dime quién me lo robó. Y vuelvo a caminar y empiezo a recordar: mi casa, mi padre y Jesús. Y tengo que elegir, ya es tiempo de partir mi vida, mi amor y mi luz. No se muy bien qué voy a hacer quiero a mi fe
quiero crecer.

Pablo: Claro, Natalio. La fe nunca es gris.