Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía: "Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón". Me marcó, y desde entonces, cada mañana miró en el espejo y me pregunto: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?" Y si la respuesta era "No" durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo. Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón.
Viví todo un día con ese diagnóstico. Luego, me hicieron una biopsia. Yo estaba sedado, pero mi esposa, me dijo que cuando el médico vio las células al microscopio comenzó a llorar porque resultó ser una forma muy rara de cáncer pancreático que se puede curar con cirugía. Me operaron, y ahora estoy bien.
Habiendo vivido esto, ahora puedo afirmar con más certeza que la muerte era un concepto útil, pero puramente intelectual: Nadie quiere morir. Pero la Muerte es posiblemente el mejor invento de la Vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo.
No fue esa la única muerte de la que escapó Steve Jobs. Hubo otro momento en el estuvo fuera de la industria. Apple, la compañía que él fundara, lo despidió:
La tercera muerte de Jobs se vincula con los sueños, cuando una etapa se cierra definitivamente:
Y con esa frase Jobs cerró su discurso. Es curioso que en la actualidad las corporaciones de IT buscan que sus marcas se despeguen de sus fundadores: quieren sintetizarse en dos o tres siglas. Pero el regreso de Steve le dio a Apple no sólo nuevas esperanzas, sino también nuevos horizontes como el iPOD y el iPhone. Ahora queda claro que el hombre supo de la muerte para lograr el milagro: revivir. Hoy la manzana disfruta de Steve y se enorgullece de él. Hoy el nombre de la marca Apple se llama Steve.
Ahora recuerdo que llegué aquí a través del blog de Miguel Wiñasky, uno de mis maestros cuando comencé mi carrera en la revista Noticias. Fueron tiempos de aprender y de sufrir la muerte de dos fotógrafos muy queridos: José Luis Cabezas y Anthony Walsh. Ellos me enseñaron qué cosas dicen las imágenes que no se pueden decir con palabras. Ellos amaban lo que hacían. Notablemente cada uno llegó a insinuarme que iba a morir joven. No supe escuchar. Y es que para comunicarse –algo tan esencial en la vida como en los negocios- no hay solo que saber escribir o hablar. Se debe saber escuchar. A tu corazón. Y al del otro. Escuchemos a Steve Jobs.
PD1: Cuando Steve Jobs se enfermo de nuevo, pronto los mercados acusaron el nerviosismo. Y es así que leí en un blog de la revista Fortune la opinión de un lector: “Los mercados están nerviosos. Ello es porque solo se dedican a invertir o no invertir de acuerdo a las noticias, son apuestas, como las del casino, por ganar dinero, no construyen nada. En cambio, Steve Jobs es otra cosa. Es un hacedor. Alguien que de la nada hizo algo. Y eso sí que es un ejemplo”.
PD2: Escribi este post hace dos años. Y ahora que no está Steve no pude menos que recordarlo: Los hacedores marcan los tiempos más allá de todos los relojes. Ahora es su turno. ¿Qué sensaciones le produjo este post? Puede escribir con la cabeza, o mejor, puede dejarse llevar, y escribir con el corazón.
Pablo Wahnonpablow@itsitio.com
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