lunes, 10 de agosto de 2009

La Conjura del Cambio

Era temprano en New Orleans. Ignatius J Reilly se preguntaba por qué le tocaba a él que adora estar en su cama fabulando sobre teología y geometría semejante desafío. Su madre había sido clara: debía salir a trabajar. Todos veían que él no podría, pero Ignatius estaba ahí, en los almacenes Holmes, cerca de Charles St.

A pesar de todo, y de él mismo, Ignatius siempre fue un hombre menos predecible de lo que sus hábitos pueden presuponer.

Era temprano en New Orleans. Allison Watson se preguntaba por qué le tocaba a ella que adora simplemente salir a caminar, sin que nadie la observe, semejante desafío. Su jefe había sido claro: debía salir a conmover. Todos veían que ella no podría, pero Allison estaba ahí sobre el escenario del Convention Center, cerca de Charles St.

A pesar de todo, y de ella misma, Allison siempre fue una mujer menos predecible de lo que sus hábitos pueden presuponer.

Ignatius es gordo, desalineado y torpe. Es todo lo contrario a Allison que es una mujer atractiva, inteligente, seductora y, como si fuera poco, es la mujer con mayor poder dentro de la estructura de Microsoft.

Ignatius vive en un mundo de fantasías: habita en las cabezas de muchos seres humanos desde que logró su gran hazaña: ser el protagonista de “La Conjura de los Necios”, la novela más famosa de New Orleans.

Allison vive en un mundo de realidades: sus decisiones afectan la vida de muchos seres humanos desde que logró su gran hazaña: ser quien maneja los destinos de los socios de negocios de Microsoft, la unidad corporativa más famosa del vendor.

Comenzaba el Microsoft Partner Conference 2009 en New Orleans, y más de 9000 asistentes esperaban ansiosos conocer las nuevas novedades en el programa de canales, las posibilidades de negocios con Windows 7, SharePoint, Office 2010 y un sinfín de tecnologías que Microsoft está lanzando al mercado. Sobre el escenario se escuchaba “Playing for Change”, un impresionante trabajo orquestal donde músicos de todas las nacionalidades lograban aquello que también Allison debía lograr: conmover.

El lugar más pobre de la nación más rica del mundo está lleno de fantasmas y dicen que la música los atrae. Caminando sobre la noche infinita de Bourbon St es posible comprar muñecos para pinchar y así hacer realidad diferentes conjuros Vudú; es posible escuchar una fabulosa banda de Jazz heredera del legado de Louis Armstrong; es posible entrar a un bar y que las mujeres se quiten la ropa para desafiar a un caballo mecánico mientras "Jessie" se para sobre la barra y comienza unos movimientos que hacen delirar a partners de todo el mundo.

Nadie sabe bien cómo ni cuándo pero ese infinito se termina. Salvo, claro, para los fantasmas que ahora están sobre el escenario mirando fijamente a Allison. 9000 partners escuchando y sólo Allison hablando. Sola ella y su PPT corporativa. Pasan los slides y sus novedades como una presentación más. Hasta que no. Fue en ese momento que vi cómo Ignatius lograba escurrirse entre los fantasmas. Lo vi sonreírse y subirse al escenario mientras disfrutaba de otro de sus hot dogs.

No se si fue la presencia de Ignatius que la conmovió. No era que sólo yo podía ver a Ignatius? Pero Allison -sin perder su estilo- se subjetivizó. No saltaba ni gesticulaba como su jefe Steve Ballmer, pero puso en primer plano las palabras “hate, love, believe, wish, feel” (odio, amo, creo, deseo, siento). Y las gritó como acordes de "Playing for Change". Hasta ilustró qué significaban para ella esas palabras en ejemplos concretos dentro del ecosistema Microsoft.

Sin dudas muchos no escucharon el hate, love… en toda su dimensión. Después de todo, la noche había sido infinita y ahora era temprano. Pero sí lo escucharon algunos. Lo escucharon con sus corazones. Y son los que se dieron cuenta que en la sociedad 2.0 ya no se venden productos ni soluciones. Se establecen relaciones de empatía con clientes y proveedores. Lo demás cae por su propio peso. Relaciones de empatía, no sólo “relaciones”. Ellos son los pioneros. Y cambiarán el mundo.

Pero todo esto Ignatius J Reilly hace mucho tiempo que ya lo sabía. Para Allison Watson, en cambio, el desafío recién comienza.

Pablo Wahnon
pablow@itsitio.com

martes, 14 de octubre de 2008

Ser un Boludo

La palabra hoy parece casi un commodity que usan las nuevas generaciones en reemplazo del tu o el vos, o... de casi cualquier cosa. Pero ese libro viejo estaba ahí durmiendo desde hacía mas de 35 años. Hasta que despertó. Todos los libros despiertan cuando nace un momento mágico que los sacude y los baña de un pasado que transforma en presente. Y es así que mientras me hundia en los laberintos del libro miraba hacia afuera cómo nacía la crisis de Wall Street. Hoy la amenaza sigue creciendo y tal vez la mejor receta se encuentra ahí; en lo que decía "El Mago". Lo invito a descubrir por qué lo mejor que pueda sucederle hoy es ser un boludo.



Hace algo más de diez años me lo crucé. “Soy, Pablo, el hijo de Amarilis”, le digo. Yo estaba ahí por una nota que no recuerdo bien para la revista Noticias. Era un congreso internacional muy importante sobre la lengua castellana. Enseguida se pone a preguntarme cosas generales de la familia, hasta que de pronto va al tema, a su tema. Como si fuese algo que tenía guardado en lo más profundo de su mente y que lanza como una espada que intima a la respuesta. ¿Dónde están los escritos de tu abuela?

Fue esa la primera vez que me sentí –en un sentido literal, porque ya veremos que hay varios usos- un boludo. “Mi abuela, ¿escribía?”, respondo tímidamente. Su cara de ofuscación lo decía todo. “Si, ella tenía unas historias buenísimas”, comenta dando una explicación sin demasiadas ganas. Yo, claro, me entusiasmo, recordaba que mi abuela Ofelia Renzo tenía esa forma de ver situaciones cotidianas como si fuesen extraordinarias. Pero jamás había sospechado que ella escribiera. Ya no estaba más guardado ese secreto en lo profundo de la mente de Isidoro Blastein. Ahora la estaba en mí. Por eso el famoso escritor argentino se podía ir con tranquilidad. Y así lo hizo, me presentó amablemente a su esposa y me dijo adiós. No lo volví a ver y me di cuenta que su adiós fue también completamente literal: a Dios.

Pero los escritores nunca mueren. Es algo que aprendí al lado de Alejandro López Medus el dueño de la última librería de Buenos Aires, El Glyptodon. Yo daba clases de Análisis Matemático, Algebra y otras materias muy cerca de su librería y siempre me escapaba para ir a tomar un café con Alejandro. Sabía que en esa hora algo extraordinario iba a ocurrir: por ejemplo entraba un noruego y nos hablaba sobre una librería que nadie atiende en los fiordos de su país, la gente simplemente entra toma un libro y lo paga! Todo el tiempo entraba gente con historias increíbles. Y en los pocos momentos que nada pasaba podíamos hablar con los muertos lo cual no deja de ser un hecho extraordinario. Podíamos ver viejos dibujos en libros del siglo XVII o intentar descifrar el misterio de libros escritos en lenguas desconocidas. “Los escritores siguen hablando desde sus libros después de muertos”, decía Alejandro.

Y si los escritores nunca mueren, tal vez el acertijo ¿estaba en un libro? No se por qué pero después de muchos años se me ocurrió eso. Es así como fui ahí a “El Mago” no hay mejor título para buscar respuestas que rellenen el vacío de lo desconocido. Ese libro fue la primera gran consagración de Ike, como lo llamaban sus amigos. Y fui de aquí para allá, hasta que de pronto descubrí la dedicatoria: “Para la auténtica Maga de este libro”, ups! Era a mi madre! Seguía para adelante y para atrás hasta que de pronto los ojos se me llenaron de lágrimas cuando leí esto:

Balada del Boludo
Isidoro Blastein


Por mirar el otoño
Perdía el tren del verano
Usaba el corazón en la corbata
Se subia a una nube,
Cuando todos bajaban.

Su madre le decía: No mires las estrellas para abajo
No mires la lluvia desde arriba
No camines las calles con la cara,
No ensucies la camisa;
No lleves tu corazón bajo la lluvia,que se moja
No des la espalda al llanto
No vayas vestido de ventana
No compres ningún tílburi en desuso.

Mirá tu primo el recto
Que duerme por las noches.
Mirá tu primo el justo
Que almuerza y se sonrie.
Mirá tu primo el probo
Puso un banco en el cielo,
Tu cuñado el astuto
Que ahora alquila la lluvia
Tu otro primo el sagaz
Que es gerente en la luna.

-Tienes razón ,mamá- dijo el boludo.
Y se bebió una rosa.
-No seré más boludo
Y se bajó del viento
-Seré astuto y zahorí.
Y dio vuelta una estrella para abajo.
Y se metió en el subte
Y quedaron las gaviotas.

Entonces vinieron los parientes ricos
Y le dijeron:
-Eres pobre,pero ningún boludo.
Y el boludo fue ningún boludo,
Y quemaba en las plazas
Las hojas que molestan en otoño
Y llegó fin de mes Cobró su primer sueldo
Y se compró cinco minutos de boludo

Entonces vinieron las fuerzas vivas
Y le dijeron:
-¡¡¡Has vuelto a ser boludo!!!
-Boludo -seguirás siendo el mismo boludo de siempre
-Debes dejar de ser boludo -Boludo

Y, medio boludo, con esos cinco minutos de boludo dudaba entre ser ningún boludo o seguir siendo boludo para siempre.
Dudaba como un boludo.
Y subió las escaleras para abajo
Hizo un hoyo en la tierra
Miraba las estrellas.
La gente le pisaba la cabeza
Le gritaba ,boludo.
Y él seguía mirando
A través de los zapatos
Como un boludo.

Entonces Vino un alegre y le dijo:boludo alegre.
Vino un pobre y le dijo: Pobre boludo.
Vino un triste y le dijo: Triste boludo.
Vino un pastor protestante y le dijo: Reverendo boludo.
Vino un cura catolico y le dijo: Sacrosanto boludo.
Vino un rabino judío y le dijo: Judío boludo.
Vino su madre y le dijo: Hijo,no seas boludo.
Vino una mujer de ojos azules y le dijo:
Te quiero.



Es sin dudas la metáfora perfecta del idealista. Eso mismo es lo que han pensado los contemporáneos de muchos de las personalidades más importantes de la historia. Hay quien hace encuestas y está el que tiene ideas realmente geniales que no se pueden obtener desde ninguna encuesta. “Pobre boludo, no sigue los lineamientos corporativos”, pensarán de él.

Ahora estamos organizando en Argentina una exposición de tecnología con un concepto nuevo. Tecnopyme Activa buscará ser un lugar donde las empresas puedan tener un contacto directo con la tecnología y con la forma de adquirirla. “Pobres boludos -pensarán de nosotros- las exposiciones se basan en vender metros cuadrados”. Pero nuestro director, soñador, ¿visionario? es así, lo saben quienes lo conocen. Carlos Manzanedo siempre quiere hacer algo nuevo, eso no quiere decir que siempre salga bien. No hay mejor manera de aprender que equivocándose ni tampoco mejor manera de lograr algo que haciéndolo. Porque cuando el Boludo se junta que el Hacedor lo disruptivo puede nacer.

Y se vino la crisis de Wall Street nomás. Hoy para mí la economía ya no son ecuaciones diferenciales ni la matriz de insumo-producto. Para mí la economía se basa en el deseo o la necesidad de la gente por algo. Y ese deseo o esa necesidad pueden cambiar cuando alguien logra motivar (o desmotivar) a la sociedad. Es ahí cuando se necesita un boludo que viene más allá de lo que todas las ecuaciones pueden preveer. Muchas de las grandes compañías de la historia surgieron así y dieron empleo a decenas de miles de personas.

“Quién me dará un crédito mi Señor, sólo se sonreír”, cantaba Charly García. Y Muhammad Yunes lo escuchó. Tanto es así que le dio pequeños créditos a todas esas boludas de Bangladesh que se encuentran entre las más pobres del mundo. Y las boludas con ese dinero crearon pequeñísimas empresas y Yunes recibió el premio Nobel. Mientras tanto Wall Street daba créditos para inflar el negocio de los bancos. La gente pagaba pequeñas cuotas que luego se transformaban en enormes cuotas. Y claro, al final la gente no pagó. Muchos incluso devolvieron las casas y volvieron a alquilar. ¿Y ahora qué hacemos?

Vuelva a usted mismo. Encuéntrese con el próximo paso, rodéese de hacedores si es que usted no lo es. Mientras tanto yo seguiré descifrando el acertijo de Ike aunque ahora sé que es el pasado, y es el futuro los que vuelven a ser parte de mi vida mientras yo, yo, intento ser el mismo boludo de siempre. Mi abuela Ofelia no hubiera querido otra cosa.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Velocity: Qué lecciones dejan las estelas de Usain Bolt

Hubo una largada, hubo una carrera y por último hubo una meta. Lo imposible fue superado por lo posible. Todo sucedió en 9 segundos y 69 milésimas. Un breve lapso de tiempo que ya es eterno en el recuerdo de todos. Ahora el mayor desafío volvió a nacer. Y estoy seguro que lo volveremos a superar

El viento no había sido herido con semejante velocidad. Fue una carrera increíble la que se vio en Beijing porque cuando las milésimas de segundo son cruciales cada movimiento hace la diferencia. Pero nada de eso le importó a Usain Bolt que no sólo ganó la carrera sino que festejó mirando a su público sin balancear más su brazos e incluso golpeándose su pecho antes de llegar. Para todos quedó claro: Bolt no sólo ganó la carrera, también pudo haber corrido más rápido.

No siempre fue todo fácil para Bolt, no siempre fue primero y las lesiones lo dejaron fuera de carrera en un par de oportunidades. Llegar a ser el hombre más veloz del mundo incluye cualidades especiales, pero también una gran dosis de entrenamientos y sacrificios. Y sobre todo madurez.

Los 9 segundos 69 milésimas así como también sus récords de los 200 metros y la posta de 4x100 metros demuestran que lo imposible no ganó el reino de la eternidad. Siempre es posible mejorar. Siempre podemos dar un paso más. Los hombres que creen en ello son los que permiten que avancemos como humanidad. Y a las empresas ese rol les cabe especialmente.

Siempre me gustó definir a la empresa como un sinónimo de aventura. Una empresa es un conjunto de personas que se embarcan en un emprendimiento, en un desafío por alcanzar metas y sueños. Hoy puede ser un día cualquiera o puede ser el día en que se pregunte: ¿Cómo puedo mejorar?

En Denver, Colorado, se realizó en el año 2007 el evento mundial de canales de Microsoft. El concepto del evento era “Velocity”. Recuerdo escuchar las palabras de Steve Ballmer sobre cómo se les ocurrió hablar de ese concepto. Y todo vino de un latino, Orlando Ayala, que entró de golpe a las oficinas de Steve, diciéndole: “Lo descubrí. Ya se qué debemos hacer. Es la velocidad, el secreto de todo es la velocidad!”. Steve Ballmer lo miró incrédulo, casi como si Ayala estuviese loco. “Qué dices?” le respondió. Y Ayala se explicó: “Es la velocidad. Aumentemos la velocidad. De todo: de nuestros tiempos de respuesta, de los procesos de negocio. Hagamos todo lo mismo que hacemos pero más rápido. Muévete Steve, muévete!!”. Y los ojos de Steve se iluminaron, de golpe el concepto de velocidad tomó una nueva dimensión para él. “Me di cuenta que era un punto clave, si aumentábamos nuestra velocidad, facturaríamos más!”. Y Microsoft no quiso quedarse con ese concepto para sí mismo, dedicó todo un evento mundial a compartirlo con sus socios de negocios, porque sabe que el movimiento debía ser para toda su industria.

Y es así que Bolt me hizo recordar este desafío. Puede usted hacer lo mismo pero más rápido? Puede entusiasmar a sus empleados o a sus colegas para hacerlo?

Cuando John Kennedy anunció que Estados Unidos iría a la luna parecía una fantasía, pero los norteamericanos se embarcaron en la idea. Y realmente llegaron en muy poco tiempo. Cuando Colón tuvo su proyecto no paró hasta conseguir los fondos para llegar a un lugar que estaba más allá de sus sueños.

Bolt, el sueño de Kennedy y Colón llegaron porque tuvieron una meta. No hay mejor forma de correr. Hagámoslo más rápido. Muchas de las miserias humanas desaparecerían si se definiesen metas y se corriera hacia ellas. Respiremos las estelas de Usain Bolt y destruyamos la apatía.

Si llega recuerde este post y dese un gustito: festeje, como lo hizo Bolt. Sólo hay que golpearse el pecho bien fuerte y demostrarle al mundo que siempre podremos un hacerlo un poquito mejor.

jueves, 21 de agosto de 2008

Teoría Semiótica de la Confusión: Una herramienta para estudiar la variabilidad de la semiosis

Un astrónomo no es un astrólogo pero para mucha gente es lo mismo. Ese dibujo es el de un sombrero salvo para algunos niños –como El Principito- que pueden ver una boa que se tragó un elefante. ¿Esa bebida es Coca Cola o Pepsi Cola? Por supuesto qeu comperdnes esto aunque etse mal ecsrito.

Las confusiones plantean un problema de gran importancia para estudiar cómo funciona la Teoría del Signo y la Semiosis peirceana. En este trabajo se estudia la naturaleza de las confusiones (que pueden venir del objeto, representamen ointerpretante) y los métodos para fijar confusiones.

El trabajo concluye cómo el concepto de confusión es central para que exista variabilidad en la Semiosis mas allá de las que se obtienen por inferencias (tanto deltipo deductivo, inductivo y abductivo). Además, se establecen “Categorías de Confusiones” en un intento de establecer una herramienta para la Teoría Semiótica que pueda utilizarse para el tratamiento de diversos problemas.

Ver mas en la web de la Universidad de Navarra

miércoles, 13 de agosto de 2008

69 pinceles para colorear la eternidad

Los pinceles ahora están quietos. Las telas ya no recibirán las visitas diarias de sus colores. No estarán los azules ni los rojos pardos. Las emociones ahora vuelan sin ser bañadas por sus manos de artista. El barco alcanzó su puerto. Ya no hay vela ni timón.

Fueron 69 pinceles aunque muchos creían que tenía muchos más. Es que Celis Pérez -tal su verdadero nombre- fue famoso desde muy joven. Él mismo se encargó de invertir la fórmula con la cual todos lo nombramos. Lo hizo porque le interesaba crear puentes que le faciliten el cariño de la gente.

Mi primer encuentro con Pérez Celis no fueron sus cuadros. Yo conocía su nombre, sabía que era pintor pero nunca habia ido a una exposición suya. Tenía 16 años y charlaba animadamente con Regina Monsalvo que tenía 82 años y solía estar cubierta con una manta en su sillón. Aunque hiciera un poquito de frío Regina ya estaba usando esa manta.

Y así se sucedían las historias de Regina (una de las primeras periodistas de la Argentina) con Walt Disney, viajes en submarino, su participación en diarios como Crítica o revistas como Leoplán, y la gran primicia y la exclusividad a nivel mundial que tuvo con los quintilizos Dilligenti.

Un día descubrí que la manta tenia su magia. No era cualquier manta, como casi no lo era ningún objeto en la casa de Jose de España y Regina Monsalvo. La manta en realidad era un Telar que había abandonado la fría pared para refugiarse y dar refugio a Regina. La manta tenía grabada una inscripción donde claramente se podía leer: Pérez Celis. Regina se reía de su travesura y yo pensaba que estaba ante la manta más cara de la historia.

Ya no estaban Regina ni Pepe, ni mis 16 años, y un bucle extraño me llevó hacia otra casa mágica. Íbamos a ver junto al fotógrafo Nacho Sourrielle a Pérez Celis. Ahora era marzo de 2001, y estábamos por hacer un reportaje totalmente atípico para la industria IT.

La idea era salir de la industria de la tecnologia y los negocios para volver a ella. Salíamos de la industria porque los reportajes serían con personalidades del arte, la ciencia y la filosofía. Y volveríamos a ella porque nuestras preguntas buscarían llegar a esencias que deben tener en cuenta los hombres de negocios.

Estábamos en un momento disruptivo que Carlos Manzanedo, nuestro director, había captado a la perfección. La revista IT Resellers Magazine Latinoamérica era famosa en toda la región. Pero desde hacia un buen tiempo Manzanedo no quería saber más nada con el nombre Resellers: es decir esencialmente aquellas empresas que compran un producto para revenderlo. Desde diversos editoriales Carlos profetizaba que debían cambiar a ser VARs (esto es resellers de valor agregado, empresas que agregan algún tipo de servicio o valor sobre el mero producto). Aún mas, Carlos quería que las empresas lleguen a ser IT Builders (constructores de soluciones, donde lo importante es el problema que se le resuelve al cliente). Y es así que decidimos cambiar la revista hacia el nombre IT Builders. Fue un proyecto en el que incluimos muchas nuevas ideas editoriales. La sección Espejos era una de ellas. El título de cada nota sería la firma escaneada del entrevistado.

Encontrar en las personalidades entrevistadas reflexiones que sean útiles para nuestra industria era un desafío. Sin embargo, estaba seguro que la idea era buena. Claro, había que demostrarlo. Parte de la ingeniería para lograrlo estaba en cómo realizar la entrevista. Debíamos llegar a nodos de comunión entre el management y el entrevistado. Creo que el resultado superó lo que había imaginado. Vuelvo a leer el artículo siete años después y encuentro reflexiones claves para diseñar estrategias y superar obstáculos. Pérez Celis nos habia regalado un reportaje inmortal.

Pérez Celis vivía en un departamente de dimensiones gigantezcas del editicio Central Park en barracas. "No me hayo en los espacios chicos, para pintar también necesito pintar en grande, no hago cuadros chicos", me dijo. Comenzamos a hablar como si nos conociéramos, yo por supuesto no pude evitar comentarle como conocí su obra, y él enseguida me dijo: "José de España era una autoridad". Hicimos tantas cosas en 2 horas que ahora me doy cuenta como Celis aprovechaba el tiempo al máximo sin que por otro lado se le notara una ansiedad excesiva. Mientras hablamos vinieron a consultarlo sobre un complejo trabajo que incluia la participacion de arquitectos. Los recibió y en 5 minutos los despachó.

Cada palabra que dijo la podía incluir en la nota. Normalmente cuando desgrabamos un reportaje debemos descartar muchísimo material simplemente porque no tiene gran interés. Pero esta nota era todo lo contrario. Fue muy difícil acortarla a dos páginas pero me queda la satisfacción de que cuando se publicó a Pérez Celis le encantó.

"Lograste poner lo que quería decir", dijo. Y es asi que a las pocas semanas me llegó un llamado de su secretaria invitándome a un almuerzo junto a Pablo Sirvén (reconocido periodista que por casualidad fue mi compañero en la revista Noticias, hoy en el diario La Nación). Había llegado a su círculo íntimo. Pero no pude ir. La urgencia de los cierres le ganó una batalla a lo importante.

Además del reportaje se nos había ocurrido otra idea. Como era la primer revista del nuevo ciclo, cada lector recibiría de regalo una reproducción del cuadro Sinfonía de la Fertilidad (hoy en la facultad de Odontología) de Pérez Celis. Por lo tanto, una vez terminado el reportaje, sacamos unas cuantas reproducciones para que Celis las firmara. Algunas para nosotros mismos, como la de Carlos, y algunas para nuestros clientes. A mi me signó de una forma que hoy llevo con orgullo: "Para Pablo, el Hacedor". No se si cumplí con su expectativa, pero se que me trazó un Norte. Luego, como si eso fuera poco, tomó un gran libro con sus reproducciones, y le hizo otra estupenda dedicatoria en donde escribió de una forma original mi apellido. Yo estaba tan contento que no pude más que esforzarme lo más posible para escribir su nota. Después de todo tenía que probar que mi concepto iba a funcionar. Pero nada de eso fue necesario. Pérez Celis ya había hablado con una coherencia tal que sólo era necesario esculpir sus palabras en el papel.

Fueron sólo 69 pinceles pero alcanzaron para dejar una obra y un recuerdo inmortal. Se fue -él siempre supo que se iba a ir- Celis Pérez. Pero quedó -el siempre supo que iba a quedar- Pérez Celis. Cuando nos encontramos él ya había superado a la muerte, yo aún estoy muy lejos de eso. Recuerdo que me miró y me dijo: "el pensamiento nos traiciona, si nos enredadamos en el pensamiento terminamos sufriendo"

Entre sus últmos reportajes hablaba que en los cuadros ahora lo que a él le interesaba era ver sangre, no si estaban bien o mal pintados, si tenían o no una idea original. Por eso creo que le gustó mucho la frase final que remataba su nota: "Yo no pienso, pinto"

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Aquí una versión algo más larga de la nota publicada en la revista IT Builders.


Transformó el estadio de Boca Juniors en una obra de arte. Plasmó los diez últimos siglos en pinturas que pronto se verán por primera vez, en Buenos Aires, junto a gran parte de su obra. Pérez Celis es, además, un pintor popular, como lo fue su admirado Quinquela Martín.

Antes de partir para Miami, recibió a IT Builders y compartió reflexiones que, como un espejo, reflejan sus emociones y enseñanzas. En esta nota, se revela una parte del secreto de Celis. La otra deberá buscarla en el icono "Saber más", que lo llevará al reportaje completo a través de itsitio.com.

—¿Piensa que su nombre es casi como una marca? En ese caso, ¿cómo se la construye?

—Esto no ha sido para nada producto de un plan premeditado. Tal vez, una multinacional con muchísimo dinero pueda imponer un nombre. Alguna vez dije que he sido un inconsciente que se dejó llevar. Porque yo era de una familia de clase media con grandes problemas económicos, y ni con la mayor imaginación podía pensar que hacer algo que realmente me gustaba, como era la pintura, me llevaría a recorrer gran parte del mundo.

Esto me hace pensar que si uno hace algo con entero amor y pasión, no solamente a veces le puede ir realmente bien, sino que puede superar hasta los momentos más difíciles. Por eso, muchas veces los padres se equivocan cuando les aconsejan a sus hijos seguir tal o cual carrera porque "te conviene". Ahí se da justamente el caso de que, si les va mal, se vienen abajo. Uno supera los peores momentos cuando se hace algo que realmente gusta y siente.

Habría que hacer un estudio más profundo para saber cómo alguien logra no sólo ser una marca sino, además, ser popular. No es cuestión de aparecer en televisión. Hay muchos pintores que aparecen en TV y no los registra nadie. Hay otras connotaciones que llevan a eso. No me corresponde a mí el análisis. Pero pienso que alguien lo puede lograr cuando hace algo con amor y pasión por sobre todas las cosas.

—¿Y la razón?

—Como todos sabemos, el amor y la razón son cosas compartidas. Me gusta poner el ejemplo del profeta que dice que la vida es como un barco: la pasión es la vela y la razón es el timón. Con el timón solo, no te movés; con la vela sola, te podés estrellar en cualquier lado. En cambio, si utilizás el timón y la vela, podés llegar muy lejos. Eso es, posiblemente, lo que me ha sucedido.

—¿Alguna vez fracasó?

—Prefiero hablar de la suma de hechos no afortunados. Fracaso es una palabra demasiado grande, que quizá se podría emplear en el final de una vida. Me arrepentí no sólo de hacer una obra sino también de mostrarla. Además, he destruido muchas cosas. Pero, a veces, el fracaso es el germen de algo que está por surgir y uno no ha comprendido. Reaparece tiempo después, y no sólo no es un fracaso sino que es un acierto. A veces, tanto nosotros como puede ser el caso de las empresas, no estamos preparados para las cosas nuevas. Ocurre que el conocimiento es el pasado. Uno conoce lo que pasó y, justamente, la creación es lo contrario: es lo desconocido. Muchas veces se nos presentan cosas nuevas y desconocidas. Y les tememos. Un buen ejemplo sucedió cuando Picasso realizó "Las señoritas de Avignon", el primer cuadro cubista. La obra no tenía nada que ver con la pintura realista que él venía haciendo tan bien, incluso parecía que era un cuadro mal pintado. Pero fue el nacimiento de todo el arte contemporáneo. Me pregunto, ¿cómo se habrá sentido Picasso?

—¿Busca un concepto para crear un cuadro? ¿Es similar al proceso de crear una publicidad?

—Primero, no me gusta la palabra concepto. La misma palabra lo dice: es un hecho cerrado. El arte, en cambio, es abierto. Por eso no trabajo con ideas. La idea es un elemento interesante para la publicidad. Por ejemplo, si hay que vender un producto para un mercado determinado, entonces se debe buscar una idea, desarrollarla para los diferentes medios, y se vende el producto. Un publicista busca una idea y la desarrolla. ¿Qué pasa si tiene que vender ese producto de nuevo al poco tiempo? Tiene que cambiar de idea, porque la idea se gasta, se vence. Eso nos demuestra que las ideas tienen corto alcance. A mí me interesa mucho más, y creo que las grandes obras se hicieron de esta manera, trabajar con motivaciones. O sea, estar motivado por algo; luego se toma eso como punto de partida y se desarrolla la obra. Se puede estar motivado por una mujer, por el mar, un pájaro, las injusticias; no importa por qué. Pero esas motivaciones son las que logran, aunque sea en una naturaleza muerta, que vos sientas. Un motivador es un disparador de acciones.

—¿Cómo se logra estar motivado?


—Seguro que sin buscarlo. Permanentemente, se escucha que el artista está en la búsqueda. Creo que eso lo puede hacer un científico, porque sabe lo que está buscando. Pero no se puede buscar lo que no se conoce. Y si la creación es lo desconocido, ¿cómo vas a salir a buscarla? Se sale a buscar petróleo, dinero, una mujer, o sea, cosas que se conocen.

El artista cuando sale a buscar, probablemente está desviando su camino. No tiene que buscar. Tiene que estar alerta y receptivo para recibir. Por eso, Picasso dijo una cosa muy sabia: "Yo no busco, encuentro".

—¿La motivación es sólo patrimonio de los artistas?

—Recuerdo cuando tuve que hacer una obra grande en Rosario, una escultura de dieciséis metros, para cuya construcción contaba con el aporte de los trabajadores municipales. Había tres obreros trabajando. Cuando se les preguntó qué estaban haciendo, el primero dijo: "Estoy poniendo un ladrillo arriba del otro", el segundo: "Estoy haciendo una pared", pero el tercero dijo: "Yo estoy levantando un templo". Los tres estaban haciendo el mismo trabajo pero tenían diferente conciencia sobre lo que estaban realizando. Y ellos, que eran obreros municipales, estaban construyendo una obra que iba a ser un testimonio cultural de su lugar. Quizás algún día se lo cuenten a sus nietos. Cualquiera que esté dirigiendo una empresa debería hacerles sentir a quienes trabajan que, si bien lo están haciendo por un sueldo, además están realizando algo que les puede gustar o que tiene su importancia. Hay gente que está haciendo cosas interesantes y a lo mejor ni se da cuenta. Ni se los hacen notar y, por lo tanto, no están motivados.

—¿Utiliza la tecnología en sus trabajos?

—Hay muchos pintores que están muy preocupados por el mundo de la tecnología y la computación. Yo pienso que pueden ser útiles. Por ejemplo, utilicé la computadora en los murales del estadio de Boca Juniors para desarrollar las estrellas. Pero eso no quiere decir que uno va a crear porque tenga tecnología. Suelo decir que mientras haya un ser humano con un carbón en la mano que trace una línea, siempre va a poder decir algo enteramente nuevo y diferente a todo lo que se dijo en la historia de la humanidad. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de hacer algo nuevo.

Pérez Celis se encuentra en una etapa de gran producción. Pero quiere dejar atrás el pensamiento. "He llegado a considerar que el pensamiento es muy peligroso. Hay que tener mucho cuidado con él. Como quien intenta contestar las grandes preguntas y comienza a sentir una gran frustración." El artista, después de sufrir importantes pérdidas, como la muerte de sus dos esposas, hoy parece estar más vivo y entusiasmado que nunca.

Tal vez sea porque consiguió superar esta época donde la información pasó a ser otro tipo de polución. Quizás el secreto esté en su mismo taller, lleno de cuadros tan enormes como provocadores, en el cual se puede escuchar a un Pérez Celis que parece casi gritar: "Yo no pienso, pinto". El combustible que lo alimenta se compone de "estar alerta y receptivo para recibir motivaciones". Usted, ¿lo está?

miércoles, 23 de julio de 2008

Cronología Básica

Durante su visita Albert Einstein tuvo una agenda agotadora. Recorrió barrios, viajó en avión por primera vez en su vida, fue al teatro y se entrevistó con el presidente de la República Marcelo T. de Alvear, el ministro Angel Gallardo y otros políticos.

Estuvo en contacto con científicos como Jorge Duclout, Teófilo Isnardi, Enrique Butty, Eduardo Holmberg, Ramón Loyarte, Enrique Loedel Palumbo, Félix Aguilar, Horacio Damianovich, Bernardo Houssay y Eugenio Pablo Fortin. Disfrutó sus charlas con el filósofo Coroliano Alberini, visitó a Lugones y habló con su amigo Nicolai (con quien había firmado el contramanifiesto para oponerse a la primera guerra mundial).

Además, dedicó buena parte de su tiempo a reuniones con distintas organizaciones judías, y visitó algunos parientes. No tuvo casi un minuto libre. Cuando finalizaba su viaje escribió en su diario: “libre, pero más muerto que vivo”. Como se dice ahora, “le quemamos la cabeza”.

Einstein en Argentina

En 1925 Einstein visitó nuestro país. En un libro fascinante que está Pablo Wahnon se anticipa en exclusiva el por qué de ese misterioso periplo y revela historias que no se encuentran en las biografías

El motivo de la visita de Einstein a la Argentina parecía un misterio. Pero lo descubrí. Tras el asesinato en1922 de Walther Rathenau, que era judío y Ministro de Exterior de Alemania, mucha gente comenzó a temer por la vida de Einstein. Leopoldo Lugones lanzó en esa época un llamado para que se juntaran fondos y se le ofreciera a Einstein la posibilidad de radicarse en la Argentina. Aunque para 1925 las cosas estaban un poco mejor, José de España recordaba claramente que para Einstein su visita tenía el objetivo de sondear el ambiente. Ver cómo era la Argentina y qué posibilidades podría ofrecerle en caso de necesitar huir de Alemania.

Hace unos años, se descubrió una joya en los Archivos Einstein que hoy se encuentran en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Albert Einstein escribió un diario sobre su viaje a Sudamérica. El diario es algo fragmentario. Sin embargo, cuando se lo lee desde la perspectiva de lo que esperaba Einstein de la Argentina, las piezas comienzan a encajar. Por eso menciona algunos nombres y otros no, y sobre todo, se ve el malhumor que le provocaron ciertas situaciones. En definitiva, muchas cosas -incluso en materia política- no le convencieron. Fuimos lo suficientemente seductores para traer a Einstein pero no como para retenerlo. Uruguay sí le encantó; consideró que era como una Suiza u Holanda. En cambio, percibió a Buenos Aires como la “mini New York de América del Sur”.

“Ah… si pudiese, cortaría todas las grandes ciudades en otras más pequeñas”, escribió Einstein en su diario. En Montevideo encontró una “real cordialidad”. En algún momento, debe haber extrañado no quedarse a vivir ahí, porque finalmente él se fue a Estados Unidos, pero se arrepintió. Cuando se dio cuenta, como escribió una vez, ya era demasiado tarde para volver a cambiar de lugar

Durante su estadía en Argentina, del 25 de marzo al 23 de abril de 1925, Einstein brindó conferencias científicas pero también habló de cruciales aspectos políticos y filosóficos. Precisamente el desafío que plantea hacer un trabajo como el que merece Albert Einstein es tener en cuenta todos sus aspectos. Einstein es uno sólo; pero las disciplinas que abarca son muchas. Por otra parte se puede investigar en los archivos lo que está escrito pero muchas veces eso es lo menos interesante. El costado humano está en la memoria de la gente. Por eso el verdadero desafío es encontrar descendientes de las personas que estuvieron con Einstein. Si algún lector de NEO sabe algo, no dude en escribirme.

Además del viaje, es interesante la relación que se siguió manteniendo entre Einstein y Argentina. Cuando visité el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, el último hogar de Einstein, donde sólo llega la elite de los científicos, me di cuenta de la permanencia de ese vínculo. En el último tiempo por allí pasaron tres físicos argentinos: Juan Maldacena, Matías Zaldarriaga y Román Scoccimarro. De alguna manera, ellos son el legado de Albert Einstein. Pasaron 80 años, pero el fantasma de Einstein aún está entre nosotros.

Pablo Wahnon
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