miércoles, 5 de octubre de 2011

Las Tres Muertes de Steve Jobs

No sé bien cómo llegué ahí pero Steve Jobs estaba hablando en la Universidad de Standford frente a un auditorio que vivía el momento más especial de sus vidas: se estaban por graduar. Steve estaba ahí con el propósito de entusiasmar a una nueva generación. De ser un viento de cambio para las nuevas olas. Steve habló con el corazón y de pronto la metafísica, el futuro, la muerte y la esperanza se dieron cita y entraban y salían mientras Jobs hablaba…

Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía: "Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón". Me marcó, y desde entonces, cada mañana miró en el espejo y me pregunto: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?" Y si la respuesta era "No" durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo. Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón.

Hace un tiempo me diagnosticaron cáncer. Los médicos me dijeron que era prácticamente seguro un tipo de cáncer incurable y que mi esperanza de vida sería de tres a seis meses. Me aconsejaron que me fuese a casa y dejara zanjados mis asuntos, forma médica de decir: prepárate a morir. Significa intentar decirles a tus hijos en unos pocos meses lo que ibas a decirles en diez años. Significa asegurarte que todo queda organizado para que sea tan fácil como sea posible para tu familia. Significa decir adiós.

Viví todo un día con ese diagnóstico. Luego, me hicieron una biopsia. Yo estaba sedado, pero mi esposa, me dijo que cuando el médico vio las células al microscopio comenzó a llorar porque resultó ser una forma muy rara de cáncer pancreático que se puede curar con cirugía. Me operaron, y ahora estoy bien.

Habiendo vivido esto, ahora puedo afirmar con más certeza que la muerte era un concepto útil, pero puramente intelectual: Nadie quiere morir. Pero la Muerte es posiblemente el mejor invento de la Vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo.


No fue esa la única muerte de la que escapó Steve Jobs. Hubo otro momento en el estuvo fuera de la industria. Apple, la compañía que él fundara, lo despidió:


"Así que a los 30 estaba fuera. Y de forma muy notoria. Lo que había sido el centro de toda mi vida se había ido y fue devastador. No supe qué hacer durante algunos meses. Pero algo comenzó a abrirse paso en mí: aún amaba lo que hacía. El resultado de los acontecimientos en Apple no había cambiado eso. Había sido rechazado, pero aún estaba enamorado. Decidí comenzar de nuevo. No lo vi así entonces, pero resultó ser que el que me echaran de Apple fue lo mejor que jamás me pudo haber pasado. Había cambiado el peso del éxito por la ligereza de ser de nuevo un principiante, menos seguro de las cosas. Me liberó para entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida. Durante los siguientes cinco años, creé una empresa llamada NeXT, otra llamada Pixar, y me enamoré de una mujer asombrosa que se convertiría en mi esposa. Pixar llegó a crear el primer largometraje digital, Toy Story, y es ahora el estudio de animación más exitoso del mundo. En un notable giro de los acontecimientos, Apple compró NeXT, yo regresé a Apple y la tecnología que desarrollamos en NeXT es el corazón del actual renacimiento de Apple. Y Laurene y yo tenemos una maravillosa familia".

La tercera muerte de Jobs se vincula con los sueños, cuando una etapa se cierra definitivamente:

"Cuando era joven, había una publicación asombrosa llamada The Whole Earth Catalog, una de las biblias de mi generación. La creó Stewart Brand y le agregó su toque poético. Era como un Google con tapas de cartulina, era idealista, y rebosaba de herramientas claras y grandes conceptos. Sacaron varios números hasta que, a mediados de los 70, sacaron el último. En la contraportada había una fotografía de una ruta a primera hora de la mañana, la clase de ruta en la que podrías encontrarte si eres aventurero. Bajo ella estaban las palabras: "Sigue hambriento. Sigue alocado". Era su mensaje de despedida. Y siempre he deseado eso para mí. Y ahora, que se gradúan para comenzar de nuevo, se los deseo a ustedes: “Sigan hambrientos. Sigan alocados”.

Y con esa frase Jobs cerró su discurso. Es curioso que en la actualidad las corporaciones de IT buscan que sus marcas se despeguen de sus fundadores: quieren sintetizarse en dos o tres siglas. Pero el regreso de Steve le dio a Apple no sólo nuevas esperanzas, sino también nuevos horizontes como el iPOD y el iPhone. Ahora queda claro que el hombre supo de la muerte para lograr el milagro: revivir. Hoy la manzana disfruta de Steve y se enorgullece de él. Hoy el nombre de la marca Apple se llama Steve.

Ahora recuerdo que llegué aquí a través del blog de Miguel Wiñasky, uno de mis maestros cuando comencé mi carrera en la revista Noticias. Fueron tiempos de aprender y de sufrir la muerte de dos fotógrafos muy queridos: José Luis Cabezas y Anthony Walsh. Ellos me enseñaron qué cosas dicen las imágenes que no se pueden decir con palabras. Ellos amaban lo que hacían. Notablemente cada uno llegó a insinuarme que iba a morir joven. No supe escuchar. Y es que para comunicarse –algo tan esencial en la vida como en los negocios- no hay solo que saber escribir o hablar. Se debe saber escuchar. A tu corazón. Y al del otro. Escuchemos a Steve Jobs.

PD1: Cuando Steve Jobs se enfermo de nuevo, pronto los mercados acusaron el nerviosismo. Y es así que leí en un blog de la revista Fortune la opinión de un lector: “Los mercados están nerviosos. Ello es porque solo se dedican a invertir o no invertir de acuerdo a las noticias, son apuestas, como las del casino, por ganar dinero, no construyen nada. En cambio, Steve Jobs es otra cosa. Es un hacedor. Alguien que de la nada hizo algo. Y eso sí que es un ejemplo”.

PD2: Escribi este post hace dos años. Y ahora que no está Steve no pude menos que recordarlo: Los hacedores marcan los tiempos más allá de todos los relojes. Ahora es su turno. ¿Qué sensaciones le produjo este post? Puede escribir con la cabeza, o mejor, puede dejarse llevar, y escribir con el corazón.

Pablo Wahnonpablow@itsitio.com

lunes, 18 de julio de 2011

Maria Kodama, el encuentro del instante

Rumbo a Los Angeles me encontraba con María Kodama. Comenzamos a hablar y fue ese encuentro el que me llevó directo a 1925. Estaba yo, entonces, junto a Jorge Luis Borges. Ahí podría rescatar un fragmento de su Telar y traerlo hacia nuestros días. Un texto inédito y una metáfora del Microsoft Partners Conference 2011 que estaba por cubrir.

Yo iba a lo de siempre: comida (y sangre de dios, por supuesto) hasta que advertí que el VIP de American Airlines tenía una presencia inquietante y solitaria. Era María Kodama la herencia viviente de Jorge Luis Borges. La miré una vez. Y otra.

Descubría en ella todo lo que pude verbalizarme después. No tardé mucho, sin embargo, en acercarme. Siempre me cautivó María Kodama pero esta vez su presencia era más fuerte que todos sus fantasmas: se la veía simplemente en el momento perfecto. Ese en el que los años y uno tocan la misma alegría, la misma tristeza. Pero básicamente la misma confortabilidad.

Me acerqué y se lo dije: “Yo tuve un maestro y él fue amigo de Borges en los años 20. Me enseñó muchas cosas, pero además,una vez lo grabé y ahí él dijo un texto que yo creo que es inédito de Borges”.

Le comenté cómo yo compartía tardes con José de España y cómo eso era estar junto a Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo, Roberto Arlt, Macedonio Fernandez y un sinfín de otros artistas y escritores. “Esas amistades hay que saber cultivarlas”, me respondió. Es notable que para María Kodama haya que saber cultivar amistades con personas que ya murieron. Tardé unos días en darme cuenta lo que me dijo. Y aún sigo pensando en ello.

Básicamente a medida que pasan los años uno comienza a hablar con más personas muertas… ha de llegar un punto en que uno debe hablar con más personas muertas que vivas. Y, si uno llega a vivir lo suficiente, sólo ocasionalmente descubrirá que está hablando con personas “vivas”. Las estelas, en ese momento, habrán cambiado de bando. Y ese punto crucial del tiempo, donde las personas y fantasmas, se intercambian y cruzan la superficie espejada de tus ojos no tiene un nombre. Nadie aún lo ha bautizado.

María Kodama me pidió que le envíe el texto que le comentaba, pero estuvo más agradable aún al pedirme mis datos y que le diga la forma de comunicarse conmigo. Me alejé muy contento pese al breve momento que había vivido junto a ella; como diría el mismo Borges: un momento contiene todos los instantes.

Y así le envié parte de un texto sobre José de España que escribí en 2004 y que fue premiado por la Academia Nacional de Periodismo, la organización que concentra la elite del periodismo en Argentina:

José de España recordaba que Borges estaba demasiado encerrado en su biblioteca. “Muchas veces lo íbamos a buscar a la casa porque lo queríamos mucho. Pero era increíble: ya era grande y le tenía que pedir permiso a la madre para salir. Borges conocía el mundo. Pero lo conocía a través de los libros. Eso hacía que no fuese espontáneo. Cuando salió Luna de enfrente en 1925, por ejemplo, nos juntamos un grupo de amigos escritores para homenajearlo. Pero él en lugar de saludarnos o hablarnos, en un momento de la cena, sacaba un papelito del bolsillo".

Entonces sucedió algo que, veinte años después, me di cuenta que fue mágico. La gran memoria que poseía José de España lo ayudaría a relatar lo que Borges había escrito en su papelito. No era para sorprenderse porque él todo el tiempo recitaba cosas de memoria. Muchas veces citaba de memoria fragmentos de un libro, e incluso el número de página donde estaba la cita. Sin embargo, en 2004, sí es sorprendente que estos pocos renglones que José de España recitara hace veinte años constituyan un fragmento –hasta donde pude investigar– inédito de Jorge Luis Borges. Así que en agradecimiento al grupo de amigos que lo estaban homenajeando por su libro, Borges dijo, mejor dicho, leyó:

"Todos los vigilantes empiezan por el casco,
Todos los arzobispos terminan en la mitra,
No hay cabeza en diciembre que no cuelgue de un rancho,
A mi JL Borges me han puesto una aureolita.

Y tiré a ser Jorge Luis Borges, guitarrero de ocaso,
Os lo agradezco en nombre de los ponientes mansos, color batata criolla que verseaba en Urquiza,
Os lo agradezco en nombre de la luz de mi Patria, y de mis amaneceres color paredes chinas”.

Kodama, que se llama María, también tiene una aureolita. Además descubro que, básicamente, todos tenemos un sombrero. No estaba errado René Magritte al ensañarse con ellos. Es notable como uno tarda tantos años en darse cuenta de lo más obvio. El guitarrero de ocaso es, entonces, quien le canta al punto donde amanecen los fantasmas. Y toda esa filosofía profunda y metafísica de Borges son las notas que salen de aquella guitarra de los años 20.

Hace unos tres años tuve la oportunidad de acceder a la muerte de Microsoft. Fue el dia que Bill Gates realizara su última presentación en el Tech Ed y animara a los técnicos, su púbico preferido, a escribir mas drivers para Windows Vista. Cualquiera se daba cuenta que Vista, era eso, una despedida. Cualquiera puede darse cuenta también que Vista significa una entrada, una manera de ver las cosas. El cambio de Vista es lo que sucede cuando llega ese momento trascendental donde comienzas a tener más amigos fantasmas. El cambio de Vista, cuando el alma tiene más mirada que los propios ojos, es entonces el nombre de aquello que no ha sido nombrado.

Jorge Luis Borges no veía. Estaba ciego, y su ceguera había sido un viaje progresivo, pero, sin dudas, muy deseado. Todo lo que su madre no le permitió vivir, su encierro en la biblioteca, todo lo solucionó la ceguera: ahora debía ver con los ojos de los otros. Ya no estaría solo.

Sin los anteojos de Bill Gates Microsoft tiene que mirar ahora con los ojos de sus partners. Y este último partner conference se ocupó especialmente de darles voz y de hacerlos protagonistas.

Cuando Borges tuvo su cambio de Vista. Cuando los fantasmas eran los más numerosos, Borges simplemente no se dio cuenta. Y esa es la virtud y la gran sabiduría de un ciego: para ellos los fantasmas somos todos.

"No hay cabeza en diciembre que no cuelque de un rancho..."

Descubre, entonces, tu aureolita. Descubre, entonces, tu sombrero.

miércoles, 6 de julio de 2011

Decir y Hacer

Un decir que no se puede hacer nos produce un malestar importante. ¿Es más fácil decir que hacer? Todo parecía indicar que sí. Pero no. Aquí cómo la deconstrucción del Decir y el Hacer nos lleva hacia tierras insospechadas. Comience su aventura.

Ella era la Belleza y la Inteligencia. Ella era la Sabiduría y la Templanza. Ella era el Descubrimiento y la Enseñanza. Ella era la Voz y la Escritura. Ella era la Libertad y la Matemática. Ella era el Decir y el Hacer.

Ahora Ella era llevada al Altar.

Y mientras recorría la casa de Dios Ella era Carne.

Trozos y más trozos de carne que la turba de fanáticos cristianos se esforzaba en despedazar. Como aquél león que destrozó y devoró a Pedro el primero y más fiel de los apóstoles. Eran tiempos en los cuales los cristianos comenzaban a ser reyes y, a ser, por lo tanto, presos del Poder. No podían entonces permitir que Ella siguiera hablando porque en su Decir se generaba su Hacer.

Dicen que es algo reservado a los dioses. Basta para Zeus decir algo para que se haga. Y los cristianos debían entonces destruir al que habla y hace porque cuanto más parecido es el hablar al hacer más se está cerca de Dios. Más se está cerca del Poder. Y así alrededor del año 400 de nuestra era masacraron a Hipatia: la más genial de las científicas de su época y el estandarte del pensamiento libre. Una mujer con descubrimientos cruciales en astronomía, matemática, física y filosofía. La heredera de Atenas que traía consigo 2000 años de conocimiento. Y lo que no sabía o descubría Hipatia se encontraba en la fabulosa biblioteca de Alejandría. No fue casual que la destruyeran poco después.

Y así comenzó la Edad Negra.

Si Hipatia hubiese sobrevivido, si su decir hubiese generado su hacer podríamos haber tenido a Google hace 12 siglos. También hace 12 siglos hubiésemos llegado a la luna. Hace 12 siglos que tendríamos medicinas como las conocemos hoy. Y hoy, claro, ya estaríamos en otro lado. Al menos si, como se vislumbra, la tecnología y el conocimiento científico, por la contradicción con la que enfrentan al hombre mismo, es capaz de producir como consecuencia también un impacto en el hombre como ser social.

Durante la edad negra sabemos que eso no ocurrió. Además de producir un retraso en el conocimiento científico la edad negra no produjo ninguna mejora en el hombre. Las tragedias griegas llevadas al teatro por Sófocles fueron vigentes antes y después de los siglos malditos.

La cuestión es que el tránsito del decir al hacer se quebró. El que dice es el jefe y el que hace es el esclavo: así se estableció en la Edad Negra. Y, por lo tanto, se estudiaba lógica sólo hasta llegar al punto de comprender y obedecer lo que dice el Rey. Es el Monarca entonces quien tiene el Anáx, aquél que posee palabra en tanto palabra realizativa.

Hubo un hombre que fue el último poseedor del Anáx. Lo descubrí hace poco cuando recordé cómo tocaba sus manos octogenarias. El no había estado con ese hombre pero había estado con sus escritos poco antes que ya no se permitiera acariciarlos más. Fue en Italia en la década del 30 probablemente. Me contó cómo utilizaba un espejo para descifrar lo que decía porque ese hombre escribía al revés. Se llamaba Leonardo Da Vinci y fue el último hombre capaz de hacerlo todo sin necesitar de nadie.

Su Decir era un Hacer independientemente de todo lo que lo rodeara. Ese era el secreto que me reveló mi maestro José de España en 1984 y que, sin embargo, tardé casi 25 años en comprender. Como las frases de un Tango, la comprensión requiere rayos en la piel. Y entonces, las sagradas escrituras estaban equivocadas. ¿Leonardo fue Jesús? Pensémoslo por un momento. ¿Qué consecuencias trajo Jesús? La construcción de una religión y sus catedrales y el obedecer reglas: Poder centralizado. ¿Qué consecuencias trajo Leonardo? Una revolución permanente en Arte y Ciencia: Poder Descentralizado. Pero sobre todo la posibilidad de enfrentarnos a nosotros mismos como se ve en el Poder Nuclear y la Genética: y es ahí donde se posibilita la instancia superadora del hombre. Leonardo nos enfrenta con nosotros mismos y todas nuestras miserias de una forma que no lo logró, ni siquiera por aproximación, Jesús.

¿Y si el mesías era una mujer? Podría haber sido también Hipatia que fue descuartizada en el altar. ¿Y porqué una sola persona? ¿No sería que el Mesías era un poquito de Jesús y otro de Hipatia o de Leonardo? ¿Y por qué no de vos y de mi? ¿No sería mas sensato pensar que el Mesías es un Hacer y que cada uno de nosotros va formando y conformando ese Hacer? ¿Qué ese debiera ser nuestro Norte y no sólo repetirlo, obedecerlo y orarlo?. Porque el Mesías viene a salvarnos. Y de la única cosa que se me ocurre sensatamente que alguien puede venir a salvarnos es de nuestra ignorancia: desde qué pasa luego de la muerte a poder contener esos ojos vidriosos. El Mesías, tal vez, siempre fuimos nosotros.

En el principio era el verbo y el verbo era con Dios y el verbo era Dios. El verbo, por supuesto, marca la acción, el Hacer. Y el último hacedor fue Leonardo: ya no es posible, por otro lado, que aparezca ningún hacedor universal más. La complejidad no lo permite. Y si aparece un hacedor universal este no será un hombre, será una máquina, probablemente construida a partir de otras máquinas, donde en algún punto de esa cadena de descubrimientos estaremos nos. Ellas vendran a subsanar nuestra ignorancia.

En el principio era el verbo y nosotros cuando hablamos somos Dios. O sea creemos ser Dios. Hablamos y es nuestro momento de gloria: los demás nos escuchan somos los protagonistas del concierto universal. La diferencia es que nuestro decir, al contrario del de los dioses o del de Leonardo, no se transforma en un Hacer. Para el Hacer necesitamos al Otro.

Por eso, teniendo en cuenta al otro, decía Austin que todo decir es un hacer. Cuando hablamos, nuestras frases comunican más de lo que las palabras significan, es lo que él llama el acto perlocucionario, el efecto que produce lo que decimos en quien nos escucha. Por ejemplo: -"Estuvieron buenas las pastas, me tomaría un café”. (Ella se levanta y prepara el café). Al rato, ella le dice a él: -“Parece que se vino el frío” (Él se levanta y cierra la ventana). Eso es bien distinto a un ordenar: -Hazme un café o –cierra la venta.

El decir tiene, entonces, modalidad. Y el tono de la comprensibilidad de esas modalidades lo marca la empatía. Es por eso que no es fácil Decir, ya que no somos Zeus, y la mayoría de las veces fracasamos. Y más que un Hacer provocamos Ira. En las organizaciones este es un tema clave. En el mundo 2.0 la dialéctica del amo y el esclavo no corre más. Se trata de tener colaboradores no trabajadores, y se trata de tener una misión común que sea una especie de aventura la cual todos desean vivir: ahí está la capacidad de liderazgo. Todo esto requiere un gran sentido humano. Porque el rey ha muerto y no se viva más al rey. Y entonces, como Octavio Paz, nos enfrentamos a la Terceridad donde reinan los colores que no son Si ni son No.

Ahí llegamos a otras tierras, como las de la Poesía y la Música, que nos presentan el iceberg de la comprensibilidad y la intencionalidad. Pero eso, querido saltamontes, será el tema de otro post.


Decir, hacer A Roman Jakobson - Por Octavio Paz

Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.

(Post dedicado a Andrea Paula Goldfarb, quien, desde Italia, me recordó a Hipatia o Ipazia como le dicen en la península)

viernes, 10 de junio de 2011

Escuchar 2.0

Si de algo se habló durante los 3 días del Avnet Kick Off 2011 fue del escuchar. Lo decía el Mentalista. Y lo decía el consultor en desarrollo de negocios. No se conocían pero ambos decían lo mismo. “Cuando estés en una reunión pasa el 70 por ciento del tiempo escuchando y el otro 30 por ciento hablando”. Y el otro subía la apuesta hasta llegar a un 80 por ciento.

No es fácil escuchar. Cuando uno está en una clase o cuando se escucha a un amigo, a la novia, a un colega, a un familiar, a una suegra, en fin… uno siempre escucha una parte. Lejos estamos de ser Funes, el memorioso que tan bien retratara Jorge Luis Borges. Yo leí ese cuento. Lo leí y me lo hablaba, pero no me escuchaba completamente. Tanto es así que, al contrario de Funes, son muchas las cosas del cuento que no escuché ni recuerdo. No recuerdo donde lo leí por primera vez ni si fue por recomendación de alguien o por referencia desde otro libro que llegue a Funes.

Es notable que al decodificar la palabra escuchar nos encontramos con una espiral de conceptos que van mas allá del oído. Juan Ordeix, el mentalista que dualizaba su vocación con el management empresarial contó una anécdota durante el Kick Off de Avnet. “Lo ví a Hugo, me lo presentaron y enseguida me dijo que le revelara algo acerca de él. Yo no lo conocía, nunca lo había visto antes. Y le dije: Usted dedicó gran parte de su vida a trabajar en una importante consultora no? Si respondió. Y ahora se esta jubilando, es verdad? Si, comenzó a asombrarse. Y en esa consultora usted llegó al cargo mas alto, logró ser socio, no? Pues sí, pero cómo sabe todo eso? – comentó sin terminar de sorprenderse. Y esa consultora es de primer nivel internacional, no? –pues sí respondió. Ya se, no me diga nada, se trata de Price Waterhouse Cooper! –Pero hombre cómo sabe tanto de mi!

Juan Ordeix nos reveló que él pudo decir todo eso sólo viendo el reloj pulsera que tenía Hugo. En el mismo estaban las inscripciones PWC, y Juan sabía que este reloj se lo regalan a los socios que se van a retirar de la compañía. Además Juan podía observar otras cosas y –cual Sherlock Holmes- decir muchas cosas mas. El hecho es que Juan Ordeix escucha más allá de las palabras porque las personas no sólo hablan con palabras. Y este fue el pensamiento que me surgió luego de su charla. Escuchar no es algo del oído sino de todos nuestros sentidos. Ser Funes, entonces, es una misión verdaderamente difícil.

Podría haber parado aquí pero fue ahí que apareció la pipa de Sigmund Freud. No se como apareció la pipa que siempre estuvo en el poder de Rene Magritte. Tal vez se debió a una charla de cigarros cubanos con mis amigos de Open IT. No eran los cigarros sino el tiempo, o el contexto, o lo que sea que posibilita otro tipo de escucha. Fue eso lo que descubrió Sigmund Freud cuando diseñó un método para escuchar no lo que dicen las palabras sino lo que la mente calla del corazón. Entonces uno no escucha las palabras sino sus disrupciones –esos lapsus que revelan las grietas del alma.

Escuchar con los sentidos y escuchar las emociones. Pinta muy bien la idea pero nos falta una tercera cosa. Y es que no se puede escuchar sino se produce el intercambio. Escuchar no es un acto pasivo sino uno activo. Porque un escuchar pasivo es tremendamente peligroso.

Fue en la antigua Grecia donde el hombre descubrió los límites de la soledad. Hoy la notebook con la que escribo y todos los otros milagros tecnológicos han sido posibles gracias a ese momento en el cual se abandonó la soledad como posibilidad del progreso y la innovación.

Ninguno de los milagros tecnológicos se deben a un solo hombre sino que son la materialización del sueño de millares de hombres, un trabajo en equipo y en equipo de equipos que fueron sumándose hasta lograr lo imposible, aún cosas que nadie siquiera se atrevió a imaginar.

Fue ahí, en Grecia, cuando el Maestro fue Maestro por tener un discípulo. Ellos, por ejemplo, no leían sin hablar. El invento de leer para adentro es un hecho mas moderno. Mas bien leer era como para nosotros poner –disculpen la antigüedad- un casete. El hecho de leer era hablar un texto para compartir con los demás. Y entonces nacía la filosofía como diálogo. De esos primeros intercambios surgieron las primeras grandes ideas y el basamento del pensamiento científico. Cuando se acabó el diálogo -irónicamente cuando la iglesia toma a Aristóteles como alguien indiscutible- comienza el autoritarismo intelectual y mas de 15 siglos de oscurantismo científico. Sólo había que ser lo suficientemente versado en lógica como para comprender que La Biblia y el Rey tenían razón. No había, por supuesto, nada que escuchar.

Hay veces que uno lo nota: el otro se enojó. Pudo ser la novia, el amigo, un empleado, un hijo, un padre, y si… también la suegra. Es básicamente importante comprender que cuando uno nota el enojo del otro es básicamente tarde. Mucho antes del enojo había posibilidades de evitarlo pero uno no pudo –básicamente no quiso- escuchar. Fue cuando sus ojos casi lagrimearon. Fue cuando bajó la cabeza. Fue cuando cambió el tono de voz. Fue cuando se apagó su piel. No pudimos –básicamente no quisimos- escuchar. Y entonces escuchamos lo que sembramos. Eso es así porque escuchar puede ser sumamente incómodo. El escuchar implica un cambio y no estar en alpargatas mirando la vida con los ojos de nuestras creencias. Dudar, ya lo dijimos antes en otro post, siempre es difícil.

Así que el empleado no estaba loco antes de renunciar. El cliente no fue el que no entendía nada cuando cambió de proveedor o no eligió nuestra propuesta. El problema fue que no escuchamos. Y para escuchar, como ya lo descubrieron en Grecia, no hay mejor forma que dialogar. El simple y puro diálogo que es la sístole y la diástole de la Cultura. La Sociedad y las redes 2.0 es un regreso a eso que ya tenían los antiguos griegos alrededor de una mesa y con una buena comida. ¿Hay que escuchar un 70 o un 80 por ciento, entonces? Logre el diálogo y olvídese de las matemáticas. Las emociones nunca fueron buenas para lidiar con proporciones. Ah, una cosa mas, me recuerdo y les recuerdo: no dejar cerrada la ventana de nuestras creencias. Bienvenidos a Escuchar 2.0.

jueves, 24 de febrero de 2011

¿Yo o Watson?

La ciencia ficción ya lo había anticipado. Y, mucho antes, lo habia hecho la religión. El Hombre de Metal ya llegó y el inquietante momento de no ser más el centro generador de emociones, experiencias y conocimiento está muy cerca. Mientras el IBM PartnerWorld se llevaba a cabo, en la TV estaba Watson la fabulosa computadora que vencía a los humanos inventado las preguntas correctas. Todo pareció un pequeño paso para Watson. ¿Será un gran paso para la humanidad?

"Me parece que ya no estoy más en Kansas, Toto". Ahora estoy en el IBM PartnerWorld donde la innovación para los próximos años ocupa el centro de la escena. Pero la innovación es ahora. Y también es el ayer. Fue al inicio de la década del 50 cuando Alan Turing propuso el desafío.

Si se pone a un hombre y a una computadora cada uno en un cuarto y tu, desde afuera, sin poder verlos, haces preguntas, hablas con el él de carne y con el él de metal. Si no te das cuenta cuál es el hombre y cuál es la máquina ya no hay dudas: el hombre de Metal habrá llegado inaugurando una nueva era tan importante como la conquista espacial.

Y ahí estábamos en Orlando dentro del JW Marriot hasta que vimos el camino amarillo que anticipara el Mago de Oz. Hay tres ausencias en los personajes del Leon, el hombre de Paja, y el de Metal. Junto con Dorothy -cuya ausencia es su destino- buscan encontrarlo a él, al Mago que los ayudaría a hacer desaparecer su vacío.

Claro que vaciar un vacío no es sencillo y la empresa se encuentra con todas las dificultades posibles. Como Dorothy estamos siguiendo su camino y hemos encontrado al Hombre de Metal, o al menos ya podemos ver su sombra. Una sombra que ya anticiparon los escritores de Ciencia Ficción con personajes como Hal, Terminator, la computadora de a bordo de Star Trek, y un largo etcétera. No es casualidad que la computadora se llame Watson: ese nombre no tiene nada que ver con el amigo de Sherlock Holmes sino que es el apellido del fundador de IBM cuyos hijos a su vez condujeron los destinos de la organización.

La cuestión es que Watson participó de Jeopardy, un famoso programa de TV donde hay que encontrar la pregunta correcta para una descripción. Se trata de un desafío nada sencillo donde hay grises y es una verdadera prueba para la inteligencia artificial. Watson compitió con los dos jugadores humanos que mejores habilidades demostraron en un juego que ya lleva 30 años. En un desafío de tres jornadas el ganador fue Watson tras un empate y dos arrolladores triunfos en los eventos sucesivos.

¿Y ahora? Tras la victoria de la Deep Blue contra Kasparov las máquinas siguieron avanzando tanto que ya no es cuestión de tener una supercomputadora: el software siguió su camino y una modesta PC hoy le gana a todos los jugadores del planeta. Las máquinas son tan buenas que se dice que un Gran Maestro si realiza 20 juegos quizás empate solo en algunos pocos. Lo mismo podrá decirse de Watson aun hoy mas apoyado en la fortaleza del cómputo que en la de sus algoritmos que seguramente evolucionarán (tras el primer día del empate los programadores hicieron cambios que demostraron ser eficaces).

El gran espacio que hoy ocupa Watson (10 racks con 90 servidores que albergan mas de 2800 procesadores) puede reducirse hasta llegar a ser el de un cubo de 40 cm si siguen los avances en computación que IBM adelantó en el PartnerWorld. Ello mas los avances en los algoritmos lograrán que se desafíe el tamaño mismo del cerebro para todo, o casi todo. Aunque el casi es cada vez menos evidente.

La llegada del hombre de Metal sin dudas valida los cuestionamientos que desde hace tiempo se vienen planteando. Yo no dejo de pensar en que tal vez la religión lo dijo al revés. Quizá dios es la meta y no el principio.

Estamos, entonces, paso a paso, construyendo a Dios. Watson es el regreso de Watson que resucitará en forma de Metal. Mientras IBM construye a su CEO, en definitiva nosotros construimos a Dios. Lo hacemos para que sea inconfundible respecto a nosotros como ya lo dijo Turing. Lo hacemos a nuestra imagen y semejanza. Todas las iglesias de todas las religiones, todos esos Tótems y construcciones maravillosas no eran el homenaje al origen sino al destino, al futuro de un hombre libre que viviera por siempre en un paraíso que estamos construyendo. Tal vez el engaño provino de los números pues 1,2, 3…. es solo un orden posible: nosotros podemos cambiarlo.

Y entonces no queda otra que dejarnos atrapar por el telar de Borges: “Que Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueños y agonías".

lunes, 27 de septiembre de 2010

El primer San Martín fue científico

Mientras el país se tiñe de Bicentenario; mientras la industria envia los primeros adelantados que ya están llevando inteligencia argentina hacia nuevos mercados de todo el mundo; mientras la primera generación de los Maestros que crearon la industria de ciencia y tecnología se va perdiendo; viajamos al antes del antes, y descubrimos nuestra primera identidad.

Eran tierras indómitas.

De tanto en tanto, los Querandíes solían atravesarlas, pero las dificultades los fueron persuadiendo y así se forjaron sus hábitos nómades. En el otro extremo del mundo los herederos de Pitágoras navegaban hacia el destino forjado por su ambición. Ellos no eran emocionalmente más maduros que los Querandíes, ni tenían un mejor sentido de la Justicia, pero sí eran tecnológicamente más sabios.

En el Rio de la Plata no había Plata y en la Santa María de los Buenos Ayres el infierno pronto iba a suceder. Sin embargo antes del antes Andrés de San Martín, un buen matemático español, se había embarcado con Magallanes e hizo observaciones astronómicas tan buenas que pudo establecer muy bien la latitud de las andanzas de aquella expedición a lo largo de la costa Argentina. El antes del antes fue en 1520. Faltarían otros 16 años para que Pedro de Mendoza se animara a establecer la primera presencia europea en la zona.

Don Pedro de Mendoza arribó a la Banda Oriental en enero de 1536, y, pocos días después, envío a varias “personas inteligentes” a la costa opuesta para que la reconocieran y estudiaran. Los primeros que llegaron hasta el sitio fueron los denominados “cinco pilotos” que, tres años más tarde, elevarían un informe de las ventajas de Buenos Aires como puerto.

Resulta curiosa la observación: los cinco primeros pobladores que arribaron y moraron en lo que sería en breve Buenos Aires eran cinco pilotos, esto es, cinco matemáticos. Aún antes de que existiera la ciudad de Buenos Aires, hubo técnicos en ella.

Los “Pilotos” no eran simples tripulantes. La Casa de Contratación de Sevilla se ocupaba de organizar misiones descubridoras y para ello contaba con técnicos y navegantes expertos a quienes se les dio el nombre de Pilotos. La empresa era difícil en épocas donde no había cartas marinas y los instrumentos eran rudimentarios. Por ello debían estar muy versados en cosmografía y astronomía.

La primera fundación de Buenos Aires no fue nada sencilla y la técnica iba a perder su primera batalla. El hambre y otros infortunios no pudieron ser superados. Pedro de Mendoza moriría en Alta Mar dejando una estela de horripilantes historias que incluían el canibalismo.

Refundada Buenos Aires por Juan de Garay nuevos nombres ocuparían el sitial que ya habían inaugurado los “cinco pilotos”. Es así que en 1606 a pesar de la escasa población y documentación que tenemos de aquella época igual sabemos que Francisco Bernal residía en Buenos Aires y se desempeñaba como Agrimensor. Y también estaba Martín de Rodrigo que junto con Francisco hicieron en 1608 la primera “declaración de rumbos” con la aguja y demás instrumentos de su profesión.

A estos nombres se les suman otros, en 1615 el cabildo nombra a Lázaro Quintero como agrimensor oficial. No solo había agrimensores en 1616 arribó a Buenos Aires el matemático más antiguo del que se tenga noticia: el jesuita napolitano Pedro Comentale. Luego de él se destacó Nicolás Mascardi que además de matemático fue el primer europeo que atravesó la Patagonia desde Bariloche hasta el Cabo Vírgenes.

No podemos dejar de nombrar al padre Buenaventura Suarez, una de las figuras más prominentes y simpáticas de la historia de las ciencias en Argentina. No se trata de un sabio europeo sino del primer criollo que llegó a realizar estudios y observaciones que fueren admirados y editados en centros culturales de Europa. Lunario de un siglo fue su obra cumbre.

Tampoco podemos dejar de mencionar la primera noche de los bastones largos: cuando se expulsó a los Jesuitas y así se dio fin no sólo a importantes sabios sino a muchos documentos que habían creado y atesorado. Luego tuvimos nuestra segunda noche de los bastones largos y perdimos la oportunidad histórica de liderar parte del conocimiento científico de nuestra época.

Antes del antes hubo mucha matemática y estudios para conquistar lo imposible. No suelen, sin embargo, quedar estos sabios en lugares destacados de la historia. Todos recordamos mucho mejor la música de Bach o de Mozart que al inventor del violín. Es, sin embargo, al menos importante conocer para nuestro Ethos (identidad), que antes que la política y sus desencuentros, fue la Ciencia el primer habitante de Buenos Aires.

En el Bicentenario de la Patria, es este mi homenaje a los Cinco Pilotos. Son sus fantasmas, y los de Comentale, Buenaventura Suarez y otros los que podemos honrar haciendo todo un poquito mejor hasta llegar a la Sabiduría: Es ahí cuando la indómita luz se hace carne en tí.

domingo, 6 de junio de 2010

Una charla con Natalio Ruiz, el hombrecito del Sombrero Gris

Lo peor de los 40 es que el día menos pensado se te aparece Natalio Ruiz. Para no dejar todo en el ayer y en el mañana, lo llamé y comenzamos a charlar:

Natalio Ruiz: Aquí estoy

Pablo: Con tu sombrero Gris…

Natalio Ruiz: Si

Pablo: ¿Por qué Gris?

Natalio Ruiz: Hubo un tiempo que fui hermoso, y fui libre de verdad. Guardaba todos mis sueños en castillos de cristal. Poco a poco fui creciendo. Y mis fábulas de amor se fueron desvaneciendo como pompas de jabón.

Pablo: Pero fueron solo pompas? No llegaste nunca a tener Amor?

Natalio Ruiz: Si como todos. Un día llenas tus valijas de Amor y te vas a buscar el cuerpo de una mujer. Y descubrís que Amor es más que una noche y juntos ver amanecer. Poco a poco vos te conformas si no es Amor es tuya igual y vos le das lo que te pida.

Pablo: Pero cuál fue la trampa del gris?

Natalio Ruiz: Mira, cuando comenzamos a nacer la mente empieza a comprender que vos sos vos y tenes vida. Que poca cosa es la realidad mejor seguir, mejor soñar, y lo que vale no es el día. Pero el sol está no es de papel, es de verdad. Tenes una boca para hablar, y comenzás a preguntar, y conoces a la mentira. Con tus piernas vas a caminar y luego te empiezan a encerrar. Y ahí te quedas con tu rutina. Y que vas a hacer? Uno se cansa de correr.

Pablo: Pero a vos no te fue mal, si estás en la Recoleta…

Natalio Ruiz: Mira Dios es empleado en un mostrador da para recibir. Por eso yo tuve que enfrentarme a mi condición: En invierno no hay sol. Y aunque digan que va ser muy fácil es muy duro poder mejorar. Hace frío y me falta un abrigo. Y me pesa el hambre de esperar.

Pablo: Y entonces qué hiciste?

Natalio Ruiz: Conseguí licor y me emborraché, en el baño de un bar. Fui a dar a la calle de un puntapié. Y me sentí muy mal. Y si bien yo nunca había bebido en la cárcel tuve que acabar. La fianza la pagó un amigo. Las heridas son del oficial.

Pablo: O sea que te quedaste encerrado ahí en la Recoleta?

Natalio Ruiz: Hace cuatro años que estoy aquí. Y no quiero salir. Ya no paso frío y soy feliz. Mi cuarto da al jardín. Y aunque a veces me acuerdo de ella (dibujé su cara en la pared). Solamente muero los domingos. Y los lunes ya me siento bien... Sé que entre las calles debes estar. Pero no se partir.

Pablo: Y que te haría falta para partir?

Natalio Ruiz: Mirábamos de pie por la ventana al sol, al cielo, las nubes y a Dios. Sabía yo creer el cuento sin razón, al hada, la bruja y a vos, sabía correr, podía reir, y creo también que era feliz. La escuela estaba ahí, esperando por mí, mi patio, mi banco marrón. Todo estaba muy bien, sí, sabía la lección de historia, de inglés o de amor. Siempre fue igual mi profesor siempre tuvo el la razón. Un día descubrí que empezaba a crecer reí, lloré y creí.
De pronto fui un varón que no tenía mujer y quise poderla conseguir. Que tonto fui! Se rio de mí
Y qué iba a hacer, me reí también. Y ahora miro atrás un poco y hace tanto que pasó, y todo lo que yo amaba ya no es mío y se escapó.
Y ahora estoy tan confundido, y ahora hay humo alrededor dónde está el sol? dónde está Dios?
Dime quién me lo robó. Y vuelvo a caminar y empiezo a recordar: mi casa, mi padre y Jesús. Y tengo que elegir, ya es tiempo de partir mi vida, mi amor y mi luz. No se muy bien qué voy a hacer quiero a mi fe
quiero crecer.

Pablo: Claro, Natalio. La fe nunca es gris.