Durante su visita Albert Einstein tuvo una agenda agotadora. Recorrió barrios, viajó en avión por primera vez en su vida, fue al teatro y se entrevistó con el presidente de la República Marcelo T. de Alvear, el ministro Angel Gallardo y otros políticos.
Estuvo en contacto con científicos como Jorge Duclout, Teófilo Isnardi, Enrique Butty, Eduardo Holmberg, Ramón Loyarte, Enrique Loedel Palumbo, Félix Aguilar, Horacio Damianovich, Bernardo Houssay y Eugenio Pablo Fortin. Disfrutó sus charlas con el filósofo Coroliano Alberini, visitó a Lugones y habló con su amigo Nicolai (con quien había firmado el contramanifiesto para oponerse a la primera guerra mundial).
Además, dedicó buena parte de su tiempo a reuniones con distintas organizaciones judías, y visitó algunos parientes. No tuvo casi un minuto libre. Cuando finalizaba su viaje escribió en su diario: “libre, pero más muerto que vivo”. Como se dice ahora, “le quemamos la cabeza”.
miércoles, 23 de julio de 2008
Einstein en Argentina
En 1925 Einstein visitó nuestro país. En un libro fascinante que está Pablo Wahnon se anticipa en exclusiva el por qué de ese misterioso periplo y revela historias que no se encuentran en las biografías
El motivo de la visita de Einstein a la Argentina parecía un misterio. Pero lo descubrí. Tras el asesinato en1922 de Walther Rathenau, que era judío y Ministro de Exterior de Alemania, mucha gente comenzó a temer por la vida de Einstein. Leopoldo Lugones lanzó en esa época un llamado para que se juntaran fondos y se le ofreciera a Einstein la posibilidad de radicarse en la Argentina. Aunque para 1925 las cosas estaban un poco mejor, José de España recordaba claramente que para Einstein su visita tenía el objetivo de sondear el ambiente. Ver cómo era la Argentina y qué posibilidades podría ofrecerle en caso de necesitar huir de Alemania.
Hace unos años, se descubrió una joya en los Archivos Einstein que hoy se encuentran en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Albert Einstein escribió un diario sobre su viaje a Sudamérica. El diario es algo fragmentario. Sin embargo, cuando se lo lee desde la perspectiva de lo que esperaba Einstein de la Argentina, las piezas comienzan a encajar. Por eso menciona algunos nombres y otros no, y sobre todo, se ve el malhumor que le provocaron ciertas situaciones. En definitiva, muchas cosas -incluso en materia política- no le convencieron. Fuimos lo suficientemente seductores para traer a Einstein pero no como para retenerlo. Uruguay sí le encantó; consideró que era como una Suiza u Holanda. En cambio, percibió a Buenos Aires como la “mini New York de América del Sur”.
“Ah… si pudiese, cortaría todas las grandes ciudades en otras más pequeñas”, escribió Einstein en su diario. En Montevideo encontró una “real cordialidad”. En algún momento, debe haber extrañado no quedarse a vivir ahí, porque finalmente él se fue a Estados Unidos, pero se arrepintió. Cuando se dio cuenta, como escribió una vez, ya era demasiado tarde para volver a cambiar de lugar
Durante su estadía en Argentina, del 25 de marzo al 23 de abril de 1925, Einstein brindó conferencias científicas pero también habló de cruciales aspectos políticos y filosóficos. Precisamente el desafío que plantea hacer un trabajo como el que merece Albert Einstein es tener en cuenta todos sus aspectos. Einstein es uno sólo; pero las disciplinas que abarca son muchas. Por otra parte se puede investigar en los archivos lo que está escrito pero muchas veces eso es lo menos interesante. El costado humano está en la memoria de la gente. Por eso el verdadero desafío es encontrar descendientes de las personas que estuvieron con Einstein. Si algún lector de NEO sabe algo, no dude en escribirme.
Además del viaje, es interesante la relación que se siguió manteniendo entre Einstein y Argentina. Cuando visité el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, el último hogar de Einstein, donde sólo llega la elite de los científicos, me di cuenta de la permanencia de ese vínculo. En el último tiempo por allí pasaron tres físicos argentinos: Juan Maldacena, Matías Zaldarriaga y Román Scoccimarro. De alguna manera, ellos son el legado de Albert Einstein. Pasaron 80 años, pero el fantasma de Einstein aún está entre nosotros.
Pablo Wahnon
pablow@itsitio.com
El motivo de la visita de Einstein a la Argentina parecía un misterio. Pero lo descubrí. Tras el asesinato en1922 de Walther Rathenau, que era judío y Ministro de Exterior de Alemania, mucha gente comenzó a temer por la vida de Einstein. Leopoldo Lugones lanzó en esa época un llamado para que se juntaran fondos y se le ofreciera a Einstein la posibilidad de radicarse en la Argentina. Aunque para 1925 las cosas estaban un poco mejor, José de España recordaba claramente que para Einstein su visita tenía el objetivo de sondear el ambiente. Ver cómo era la Argentina y qué posibilidades podría ofrecerle en caso de necesitar huir de Alemania.
Hace unos años, se descubrió una joya en los Archivos Einstein que hoy se encuentran en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Albert Einstein escribió un diario sobre su viaje a Sudamérica. El diario es algo fragmentario. Sin embargo, cuando se lo lee desde la perspectiva de lo que esperaba Einstein de la Argentina, las piezas comienzan a encajar. Por eso menciona algunos nombres y otros no, y sobre todo, se ve el malhumor que le provocaron ciertas situaciones. En definitiva, muchas cosas -incluso en materia política- no le convencieron. Fuimos lo suficientemente seductores para traer a Einstein pero no como para retenerlo. Uruguay sí le encantó; consideró que era como una Suiza u Holanda. En cambio, percibió a Buenos Aires como la “mini New York de América del Sur”.
“Ah… si pudiese, cortaría todas las grandes ciudades en otras más pequeñas”, escribió Einstein en su diario. En Montevideo encontró una “real cordialidad”. En algún momento, debe haber extrañado no quedarse a vivir ahí, porque finalmente él se fue a Estados Unidos, pero se arrepintió. Cuando se dio cuenta, como escribió una vez, ya era demasiado tarde para volver a cambiar de lugar
Durante su estadía en Argentina, del 25 de marzo al 23 de abril de 1925, Einstein brindó conferencias científicas pero también habló de cruciales aspectos políticos y filosóficos. Precisamente el desafío que plantea hacer un trabajo como el que merece Albert Einstein es tener en cuenta todos sus aspectos. Einstein es uno sólo; pero las disciplinas que abarca son muchas. Por otra parte se puede investigar en los archivos lo que está escrito pero muchas veces eso es lo menos interesante. El costado humano está en la memoria de la gente. Por eso el verdadero desafío es encontrar descendientes de las personas que estuvieron con Einstein. Si algún lector de NEO sabe algo, no dude en escribirme.
Además del viaje, es interesante la relación que se siguió manteniendo entre Einstein y Argentina. Cuando visité el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, el último hogar de Einstein, donde sólo llega la elite de los científicos, me di cuenta de la permanencia de ese vínculo. En el último tiempo por allí pasaron tres físicos argentinos: Juan Maldacena, Matías Zaldarriaga y Román Scoccimarro. De alguna manera, ellos son el legado de Albert Einstein. Pasaron 80 años, pero el fantasma de Einstein aún está entre nosotros.
Pablo Wahnon
pablow@itsitio.com
Steve Ballmer y la Pasión
Tal vez ya no estaba viendo a Steve Ballmer. Estaba sí en su keynote donde Steve presentaba mundialmente la estrategia central de Microsoft para este año basada en el triple lanzamiento de Windows Server, SQL Server y VisualStudio 2008, pero algo era diferente.
De golpe Marcel Schwob se me apareció como un fantasma que intentaba explicarme lo que había sucedido. En su Corazón Doble el gran escritor francés postula que -como todos sabemos- morimos si nuestro corazón nos abandona. Pero hay otro corazón, dice Marcel, es el corazón exterior: ese que nos relaciona con el mundo. Si ese corazón desaparece también estamos acabados. Morimos de soledad.
Y Steve Ballmer estaba vivo, claro, pero era distinto. Ya no gritaba y gesticulaba como antes. Tampoco saltaba. No parecía haber envejecido y, sin embargo, al abandonar su histrionismo se perdía el entusiasmo. ¿Qué había sucedido? Investigué con la mejor herramienta que tenía a mano: la pregunta. Tras varios intentos alguien reveló la explicación: efectivamente Ballmer estaba distinto porque un supuesto “consejo de inversores” quería que no parezca tan "loco" ante el público. Ellos temen por el valor de la acción de Microsoft. No quieren algo demasiado informal como Steve, ellos desean un Ballmer.
Notablemente la acción de Microsoft no pasa grandes sobresaltos: no aumenta mucho, es cierto, pero tampoco disminuye tanto. Por el contrario Google muestra otro tipo de comportamiento: su acción comenzó en USD 80 y llegó a superar los USD 800, pero en tiempos recientes sufrió una caída de un 40 por ciento. Microsoft se mueve sin cambios demasiado bruscos. Y eso no necesariamente es malo: demuestra que el negocio de Microsoft es real, no responde a caprichos y su comportamiento en el mercado es relativamente previsible como lo son otras compañías ya centenarias.
Sin embargo matar el corazón exterior de Ballmer puede tener serias implicancias. Si no hay entusiasmo todo acaba. Hace muy poco, en Alemania, se dio a conocer una fabulosa colección de manuscritos entre los que se encontraba uno de Simón Bolivar. El libertador de América -como una vez lo llamó el mismísimo San Martín ante la atónita mirada de Sarmiento- dejó escrito una sentencia inmortal en ese manuscrito:
"Nuestra apatía y la de nuestros buenos ciudadanos es un veneno mortal. ¡El opio es menos dañino!. Recomiendo entusiasmo y pasión, de otro modo no hay salvación posible"
Y esa es la clave de todo. Poco después de la muerte de Bolivar, y también en Alemania, el matemático y lógico Gotlob Frege escribió un ensayo inmotal: Sobre Sentido y Referencia. Se trata de un trabajo fundamental que debiera ser leído por todos los profesionales de comunicación y marketing. En síntesis investiga que sucede cuando cambiamos el sentido de un signo manteniendo el objeto al que se refiere. Por ejemplo decir uno más tres y decir dos más dos refieren a lo mismo: el cuatro, aunque el sentido en que están expresados es diferente.
De pronto el fantasma de Macer Schwob se escapa, y con él también se va Frege aunque algunos sostengan que es posible al menos ver su sombra en la biblioteca de la Universidad de Jena. Ya no estaban Bolivar ni San Martín. En el centro de la escena volvía a estar Ballmer que era Ballmer pero ya no era Steve. El sentido había cambiado, ¿También había mutado la referencia? ¿Y si Microsoft ya no era Microsoft?
Todo parece un juego de palabras y de conceptos como un alquimista que busca la quimérica transmutación de la materia. Pero yo no lo creo. Tal vez porque pienso que la pasión ocupa un rol central para hacer lo que solemos hacer: cosas imposibles. El avión en el que estoy viajando (by the way… en primera clase, al fin logré el upgrade to business!), la notebook en la que escribo, y la pantalla en la que usted lee, no se hacen sin grandes sacrificios donde se dejan de lado muchas cosas con tal de lograr avanzar un paso más allá en la transmutación que sí hemos logrado: la de nuestro conocimiento e imaginación en objetos y servicios increíbles.
El leitmotiv del evento de Microsof era realmente pasional: "Heroes happend here". Sin embargo, con Ballmer se perdía lo que Steve siempre logró: ir más allá de la tecnología para ofrecer un estilo de vida a su comunidad. Para fomentar la pasión que Bolivar sigue reclamando. Y no estamos hablando de cualquier pasión que anda suelta por ahí: se trata de la pasión que formó la compañía más exitosa de la historia. Ojala Ballmer vuelva a ser Steve. Esperamos verlo pronto en Houston durante el Microsoft Partner Conference.
Mientras tanto pensemos que hubiésemos visto a Steve: él lo hubiese sacudido. Seguramente le habría gritado que los nuevos productos de Microsoft no son nada sin usted. Que no basta con leer las nuevas características: el desafío es pensar que se puede crear a partir de ellas. Y los gritos y gesticulaciones de Ballmer lo hubiesen acompañado como un fantasma durante las semanas siguientes. Hasta que, de pronto, el fantasma enciende la magia, y la idea nace, crece y se desarrolla para formar algo de lo que pueda sentirse orgulloso. Porque los negocios no son sólo dinero son también construcción y realización de proyectos. Y, si la perseverancia no lo abandona, seguramente algunos de ellos los contará orgullosamente cuando sus nietos busquen alimentarse de su pasión.
Esperamos que vuelva Ballmer. Microsoft necesita de su otro corazón. Los verdaderos inversores lo agradecerán.
Pablo Wahnon
pablow@itsitio.com
De golpe Marcel Schwob se me apareció como un fantasma que intentaba explicarme lo que había sucedido. En su Corazón Doble el gran escritor francés postula que -como todos sabemos- morimos si nuestro corazón nos abandona. Pero hay otro corazón, dice Marcel, es el corazón exterior: ese que nos relaciona con el mundo. Si ese corazón desaparece también estamos acabados. Morimos de soledad.
Y Steve Ballmer estaba vivo, claro, pero era distinto. Ya no gritaba y gesticulaba como antes. Tampoco saltaba. No parecía haber envejecido y, sin embargo, al abandonar su histrionismo se perdía el entusiasmo. ¿Qué había sucedido? Investigué con la mejor herramienta que tenía a mano: la pregunta. Tras varios intentos alguien reveló la explicación: efectivamente Ballmer estaba distinto porque un supuesto “consejo de inversores” quería que no parezca tan "loco" ante el público. Ellos temen por el valor de la acción de Microsoft. No quieren algo demasiado informal como Steve, ellos desean un Ballmer.
Notablemente la acción de Microsoft no pasa grandes sobresaltos: no aumenta mucho, es cierto, pero tampoco disminuye tanto. Por el contrario Google muestra otro tipo de comportamiento: su acción comenzó en USD 80 y llegó a superar los USD 800, pero en tiempos recientes sufrió una caída de un 40 por ciento. Microsoft se mueve sin cambios demasiado bruscos. Y eso no necesariamente es malo: demuestra que el negocio de Microsoft es real, no responde a caprichos y su comportamiento en el mercado es relativamente previsible como lo son otras compañías ya centenarias.
Sin embargo matar el corazón exterior de Ballmer puede tener serias implicancias. Si no hay entusiasmo todo acaba. Hace muy poco, en Alemania, se dio a conocer una fabulosa colección de manuscritos entre los que se encontraba uno de Simón Bolivar. El libertador de América -como una vez lo llamó el mismísimo San Martín ante la atónita mirada de Sarmiento- dejó escrito una sentencia inmortal en ese manuscrito:
"Nuestra apatía y la de nuestros buenos ciudadanos es un veneno mortal. ¡El opio es menos dañino!. Recomiendo entusiasmo y pasión, de otro modo no hay salvación posible"
Y esa es la clave de todo. Poco después de la muerte de Bolivar, y también en Alemania, el matemático y lógico Gotlob Frege escribió un ensayo inmotal: Sobre Sentido y Referencia. Se trata de un trabajo fundamental que debiera ser leído por todos los profesionales de comunicación y marketing. En síntesis investiga que sucede cuando cambiamos el sentido de un signo manteniendo el objeto al que se refiere. Por ejemplo decir uno más tres y decir dos más dos refieren a lo mismo: el cuatro, aunque el sentido en que están expresados es diferente.
De pronto el fantasma de Macer Schwob se escapa, y con él también se va Frege aunque algunos sostengan que es posible al menos ver su sombra en la biblioteca de la Universidad de Jena. Ya no estaban Bolivar ni San Martín. En el centro de la escena volvía a estar Ballmer que era Ballmer pero ya no era Steve. El sentido había cambiado, ¿También había mutado la referencia? ¿Y si Microsoft ya no era Microsoft?
Todo parece un juego de palabras y de conceptos como un alquimista que busca la quimérica transmutación de la materia. Pero yo no lo creo. Tal vez porque pienso que la pasión ocupa un rol central para hacer lo que solemos hacer: cosas imposibles. El avión en el que estoy viajando (by the way… en primera clase, al fin logré el upgrade to business!), la notebook en la que escribo, y la pantalla en la que usted lee, no se hacen sin grandes sacrificios donde se dejan de lado muchas cosas con tal de lograr avanzar un paso más allá en la transmutación que sí hemos logrado: la de nuestro conocimiento e imaginación en objetos y servicios increíbles.
El leitmotiv del evento de Microsof era realmente pasional: "Heroes happend here". Sin embargo, con Ballmer se perdía lo que Steve siempre logró: ir más allá de la tecnología para ofrecer un estilo de vida a su comunidad. Para fomentar la pasión que Bolivar sigue reclamando. Y no estamos hablando de cualquier pasión que anda suelta por ahí: se trata de la pasión que formó la compañía más exitosa de la historia. Ojala Ballmer vuelva a ser Steve. Esperamos verlo pronto en Houston durante el Microsoft Partner Conference.
Mientras tanto pensemos que hubiésemos visto a Steve: él lo hubiese sacudido. Seguramente le habría gritado que los nuevos productos de Microsoft no son nada sin usted. Que no basta con leer las nuevas características: el desafío es pensar que se puede crear a partir de ellas. Y los gritos y gesticulaciones de Ballmer lo hubiesen acompañado como un fantasma durante las semanas siguientes. Hasta que, de pronto, el fantasma enciende la magia, y la idea nace, crece y se desarrolla para formar algo de lo que pueda sentirse orgulloso. Porque los negocios no son sólo dinero son también construcción y realización de proyectos. Y, si la perseverancia no lo abandona, seguramente algunos de ellos los contará orgullosamente cuando sus nietos busquen alimentarse de su pasión.
Esperamos que vuelva Ballmer. Microsoft necesita de su otro corazón. Los verdaderos inversores lo agradecerán.
Pablo Wahnon
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